La culpa última del «Alakrana»
Señalaba yo la semana pasada desde estas mismas páginas la única salida legal que veía posible para que se procediera a liberar a los piratas somalíes a disposición de la Audiencia Nacional y se procediera así a cerrar el caso del «Alakrana». Insistía en que no me parecía la mejor salida, pero que conociendo a este Gobierno tampoco cabía esperar otra mejor. En las últimas horas, se ha podido ver cómo el abogado de Abdú Willy ha optado precisamente por la vía que yo apuntaba. No atribuyo ese paso al hecho de que pueda leer mis artículos sino, simplemente, a que conoce la ley y su oficio de letrado defensor. Pero mientras se intenta solventar el enredo nos hemos enterado de algo realmente interesante y es que la culpa de este disparate recae de manera más directa si cabe sobre el Gobierno de ZP y, muy especialmente, sobre la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega. A pesar de que existía un informe elaborado por el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas que alertaba de las consecuencias negativas que tendría la detención de los piratas en la negociación y a pesar de que en el mencionado informe no se descartaba que los secuestradores tomaran represalias contra los marineros, el Gobierno de ZP decidió que los piratas no fueran entregados a las autoridades kenyatas sino enviados a España. Acto seguido, ordenó a la Abogacía del Estado que presentara un escrito en este sentido ante la Audiencia Nacional y así se hizo cuando –casualidades de la vida– el juez de guardia era Baltasar Garzón. El resultado es sabido de todos: con los piratas en Madrid no hay manera de dar final a una lamentabilísima situación. Estoy convencido –y así lo he expresado en más de una ocasión– que pocas veces habrá conocido la Historia un Gobierno más repleto de ministros incapaces que el que preside ZP. Su ministra de Economía plantea unos presupuestos que ahondarán la crisis; su ministra de Defensa ha cometido un error bochornoso tras otro; su ministro de Trabajo ha logrado cifras incomparables de desempleo; su ministro de Asuntos Exteriores cuenta como méritos más sobresalientes los de defender a la dictadura de Cuba y farfullar el lingala; el ministro del Interior ha sido incapaz de frenar el incremento de la delincuencia y parece especialmente interesado en protagonizar una versión española de «La vida de los otros» y una buena porción de los ministerios y sus titulares son claramente prescindibles. Sobre esa deplorable turba de incompetentes parecía alzarse como excepción María Teresa Fernández de la Vega y no tanto porque hiciera algo bien sino, fundamentalmente, porque es trabajadora y no cometía grandes errores. Después del asunto del «Alakrana» ni siquiera ella se salva de tan desolador panorama. De hecho, todo apunta a que la culpa del trágico embrollo en que nos hallamos se debe, fundamentalmente, a su desconocimiento del derecho –ella que fue juez sin dictar una sola sentencia– y que por su ignorancia y su incompetencia ahora mismo pende de un hilo la vida de casi cuarenta marineros. No está nada mal para un gabinete que da la impresión de estar perdonándonos la vida a diario por no ser, como ZP, rojos, utópicos y feministas. Claro que a lo mejor también por eso son culpables de crear situaciones como las del «Alakrana».