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La oposición da un día a Yanukóvich antes de «marchar bajo las balas»

La oposición ucraniana ha dado 24 horas de plazo al presidente Víktor Yanukóvich para que atienda sus demandas, entre las que figura la convocatoria de elecciones anticipadas, y ha animado a los trabajadores a organizar un parón de advertencia a partir de este mediodía para obligar al Gobierno a hacer concesiones. «Si hay que pelear, pelearé, si hay que marchar bajo las balas, pues marcharé bajo las balas», proclamó el líder del partido UDAR (Golpe), Vitali Klitschkó. El boxeador amenazó con avanzar de nuevo contra los cordones policiales «aunque sea a costa de recibir balazos en la frente». E...

El Baskonia se queda sin balas

Otro final agónico. El Caja Laboral se quedó ayer sin margen para el error en los próximos partidos de Euroliga ante el Nancy y el Gescrap Bizkaia, también sin balas en la recámara, tras perder ante el Olympiacos. Fue un partido extraño, que estuvo del lado de ambos equipos, pero acabó favoreciendo la paciencia que los griegos mostraron en su casa, donde continúan invictos.

Canciones contra las balas

El vídeo, de apenas minuto y medio, no necesita demasiada explicación. Está grabado con un teléfono móvil desde el suelo de una guardería de La Estanzuela, un barrio al sur de Monterrey, capital del norteño Estado de Nuevo León. La profesora, Martha Rivera Alanís, ha pedido a los críos que se tiren al suelo del aula porque en la calle se acaba de desatar una balacera tremenda entre dos grupos de sicarios. Los chavales, obedientes, han echado cuerpo a tierra, un gesto que ya se ensaya con la mayor naturalidad en muchos colegios mexicanos. Frente al tableteo de las armas de alto poder, la profesora Martha ofrece serenas palabras de cariño: "No pasa nada, corazón, nada más pongan sus caritas en el piso, preciosos, aquí no va a pasar nada, nada más no levanten la cabeza...".

Rula Jebreal: «Oía balas, no veía, y un cubo de basura me salvó la vida»

-¿Qué quería ser usted cuando caminaba de niña a mujer? -Yo lo que quería era crecer. -¿Temió por su vida? -Cuando tenía doce años. Estaba en Jerusalén perdida entre la inmensidad de una manifestación. De repente, comienzan a disparar gases lacrimógenos. No puedo ver. Voy asida a la mano de mi padre, pero los empujones de la muchedumbre me sueltan de esa protección. Intento limpiarme los ojos, que me aguijonean como si me estuvieran picando. Sigo sin ver. Otra mano bondadosa me toma y me lleva a una callejuela; allí hay más gente, pero sigo sin poder ver. Suenan más disparos. En la indefensió...
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