crímenes

La Corte Penal Internacional investiga crímenes contra la humanidad en Guinea

La Corte Penal Internacional (CPI) ha abierto una investigación sobre los presuntos crímenes contra la humanidad cometidos en la República de Guinea el pasado 28 de septiembre. Ese día, las tropas de la junta militar en el poder, dirigida por el capitán Moussa Dadis Camara, abrieron fuego contra una manifestación de opositores al régimen. En concreto, rechazaban la candidatura del propio Camara a la presidencia del país en las próximas elecciones, previstas para enero de 2010. Los hechos sucedieron en el estadio de la capital, Conakry. Según los grupos de derechos humanos guineanos, los soldados dispararon contra la multitud y hubo al menos 157 muertos y 1.200 heridos. Las autoridades reconocen sólo 57 bajas.

Andrzej Wajda: «La primera meta de los crímenes soviéticos y nazis fue la clase intelectual»

Andrzej Wajda (Suwalki, Polonia, 1926) es a sus 83 años un señor de aspecto cuidado, de cara bondadosa, sorprendentemente bondadosa a pesar de los muchos sinsabores que ha tenido que vivir. El primero, y probablemente el más importante de ellos, fue ver a su padre por última vez en 1939, cuando tenía 13 años y su progenitor era un joven y apuesto oficial del Ejército polaco. Hace unas semanas, Andrzej Wajda conversó largamente, sin ninguna prisa, con un grupo de periodistas extranjeros en Varsovia, entre los que estaba ABC, en la sala de prensa del precioso palacete de Foksal. Se le veía aleg...

Los crímenes japoneses en la II Guerra Mundial: la masacre de Hirohito

La masacre de Nankín sigue siendo, y con mucho, el crimen más atroz de todos los cometidos por Japón en China. Por este motivo, mucho se ha discutido sobre los motivos que propicia­ron una brutalidad como aquélla. Entre los factores señalados por algunos historiadores se encuentra la frustración que sentían las tropas japonesas, que se habían visto obligadas a librar una dura batalla en las semanas previas para conquistar Shanghái, una ciudad que, en un alarde de optimismo, confiaban en tomar en cuestión de días, y la idea de que, tras tomar la capital de los nacionalistas, se «recompensó» al Ejército Imperial permitién­doles violar y asesinar impunemente.
Con todo, estas explicaciones son sólo parcialmente ciertas, porque centrarse en los motivos concretos de la masacre de Nan­kín implica considerar que lo que ahí sucedió en 1937 fue algo to­talmente extraordinario, y si bien es cierto que, en términos cuan­titativos, la masacre constituye un fenómeno único en el apartado de los crímenes de guerra japoneses, lo que a menudo pasamos por alto, especialmente en Occidente, es que, desde un punto de vista cualitativo, Nankín no tuvo nada de extraordinario. En el contexto de las creencias de los japoneses con respecto a los chi­nos y de la instrucción que a la sazón recibían las tropas niponas, lo sucedido en Nankín es perfectamente lógico.
Violaciones en grupo
Tomemos, por ejemplo, la actitud de los soldados japoneses hacia las mujeres chinas. Se cuentan historias terribles que ha­blan de la violación de jóvenes y de ancianas en Nankín. Las vio­laciones en grupo seguidas del asesinato de la víctima eran mo­neda corriente. Disponemos incluso de alguna que otra prueba de soldados que abrieron el estómago de mujeres embarazadas para clavarles la bayoneta a los fetos. No obstante, los soldados japoneses no empezaron a violar y a abusar de las mujeres chinas inmediatamente, nada más llegar a Nankín. El problema ya se había presentado cinco años antes cuando, durante el incidente en Shanghái de enero de 1932, un grupo de soldados del Ejérci­to Imperial cometieron varias violaciones. Tan grave fue el pro­blema en Shanghái que diversos oficiales militares de alta gra­duación se decantaron por llevar a la práctica la solución radical propuesta por el general Okamura Yausji, jefe adjunto del Esta­do Mayor del Ejército Expedicionario de Shanghái: crear y ges­tionar burdeles para sus hombres con el fin de disuadirlos así de violar a la población. Los soldados japoneses no tendrían que ir en busca de sexo; el Ejército se lo proporcionaría.
En un primer momento, se pensó en trasladar a prostitutas japonesas a los burdeles militares, pero el ejército cambió poco después de idea y comenzó a buscar mujeres procedentes de otras zonas del imperio, sobre todo a partir del momento en que, después de las atrocidades de Nankín, se abrieron muchos más «centros de asueto». No obstante, como rápidamente se vio, no había un número suficiente de voluntarias. El Ejército Impe­rial resolvió el problema brutal y drásticamente: si las mujeres no decidían motu proprio ejercer la prostitución, las engañarían o las obligarían a ejercerla.
Setenta soldados al día
Un ejemplo claro lo tenemos en Sol Shinto, reclutada en Corea cuando sólo era una adolescente. La abordaron en la remota localidad en la que vivía y le pregunta­ron si le gustaría trabajar para el Ejército Imperial, limpiando barracones y lavando uniformes de soldados. Para una chica como ella, que se había criado en un entorno azotado por la mi­seria, aquello no sólo era una oportunidad de ganar dinero, sino también de «servir a su país» (Corea estaba formalmente bajo control japonés desde 1910). La llevaron a un campamento situado en el norte de China, y ahí descubrió que no la habían reclutado para lim­piar y lavar sino para ejercer la prostitución. «Me dijeron que te­nía que “cuidar” de los soldados –cuenta Shinto–. Evidente­mente, las profesionales, las prostitutas, saben hacerlo, pero yo no sabía. Yo era muy ingenua. Tenía 16 años». Cuando supo que ésa iba a ser su función, se horrorizó pero, a centenares de kilómetros de casa y sin blanca, no tenía cómo huir. Cuando protestó diciendo que la habían engañado para convertirla en prostituta, la abofetearon y le repitieron que tenía que «cuidar» de los soldados. «Me dijeron que me limitara a tumbarme en la cama, nada más. A continuación, entrarían los soldados. Pero la cosa no se reduce a tumbarse en la cama, ¿no?». Desde el principio, encontró la experiencia de mantener relaciones sexuales con sol­dados japoneses «muy dolorosa». Casi no hablaba japonés y los soldados apenas hablaban coreano, así que, al principio, práctica­mente no se comunicaba con ellos. «Tenía que obedecer –cuen­ta–. Y si no lo hacía, me abofeteaban. Por ahí pasaban muchos batallones, y a veces el lugar estaba muy concurrido, y creo que al­guna vez llegué incluso a desmayarme. A veces pasaban por ahí hasta setenta soldados al día, desde las siete de la mañana hasta la medianoche. Dedicábamos 15 o 20 minutos a cada hombre, mientras el resto hacía cola, es­perando su turno. Podían ordenarme también que me quedara en cueros, desnuda, porque había gente que quería tomar foto­grafías. Y también me decían que probara muchas posturas, que me pusiera a horcajadas. Era muy duro. Pero, si me ne­gaba, el soldado me abofeteaba y a continuación preguntaba: «Entonces, ¿qué haces en un burdel?». Pero yo no hablaba japo­nés y no podía responder. Lo cierto es que sólo pensaba en morir». (...)
Toda vez que asesinar a un crío de la manera como lo habían hecho no era algo habitual, ya hemos visto que las violaciones sí que lo eran, tanto más cuanto que el rígido sistema jerárqui­co que gobernaba el Ejército Imperial, en el que los oficiales de más graduación maltrataban a los de menos, se trasladaba inclu­so a la manera como se llevaban a cabo las violaciones de las mu­jeres chinas. «Los novatos estaban demasiado cansados para violarlas –narra Kondo, uno de ellos–. Se cebaban tanto con los novatos, los obligaban a cargar con los más pesados y el resto de soldados nos maltrataban de tal modo que nunca tuve tiempo de pensar en mujeres». No obstante, en una confesión de una sinceridad sorprendente, admitió que, el día que lo consideraron lo sufi­cientemente «mayor», le invitaron a participar en una violación colectiva. «Los soldados cogieron a una mujer y procedieron a violarla uno a uno. Era mi tercer año como soldado, y uno de los soldados que llevaba cuatro años en el Ejército me llamó y me dijo: “Kondo, viólala”. No podías negarte». (...)
Papeles quemados
Todo esto nos lleva a plantearnos una pregunta esencial: a la vista de la extraordinaria importancia que le concedían las tro­pas, ¿hasta qué punto estaba Hirohito al corriente de la brutali­dad con la que actuaban sus hombres en la guerra de China? Re­sulta sumamente delicado hacer esta pregunta en Japón, y darle respuesta es deliberadamente complicado. Los documentos que podrían servir para establecer la verdad de un modo concluyente han sido destruidos o siguen clasificados. En las semanas poste­riores a la rendición, los japoneses quemaron millares de papeles antes de que los norteamericanos llegaran para ocupar el país, y varios millares más siguen ocultos en los archivos japoneses. Por todo esto, y en ausencia de pruebas irrefutables, los historiado­res se han visto obligados a especular. Fijémonos, por ejemplo, en lo que Hirohito decía saber de la masacre de Nankín. Para Edward Behr, uno de los primeros biógrafos de Hirohito y una persona crítica con el emperador, «es difícil creer que algo así, uno de los sucesos más atroces de la guerra de China, se produ­jera sin que el emperador Hirohito estuviera al corriente». Behr señala no sólo que el príncipe Asaka, uno de los comandantes japoneses en Nankín, era tío abuelo de Hirohito, sino que el propio emperador habría tenido noticias de la masacre por la co­bertura que hizo de ella la prensa extranjera. Stephen Large, en su benévola biografía de Hirohito, no se muestra tan seguro y concluye que Hirohito prefería basarse en la información que otros decidían darle antes que en formarse una opinión propia. (...)
Gas lacrimógeno
Según cuenta el profesor Bix, en determinados ám­bitos clave, Hirohito estuvo claramente implicado en la toma de las decisiones militares que desembocaron en el uso en China de armas prohibidas. En una directriz del 28 de julio de 1937, Hi­rohito sancionó el uso de gas lacrimógeno en China (prohibido por el tratado de paz de Versalles firmado por los japoneses tras el fin de la Primera Guerra Mundial), y dos meses más tarde au­torizó el envío de «unidades especiales de guerra química» al continente asiático. El Ejército Imperial recurrió a los gases venenosos en centenares de ocasiones durante la guerra en Chi­na, en unas acciones autorizadas en última instancia por el empe­rador, cuya rúbrica aparecía en las directrices que las aprobaban. Estas armas prohibidas internacionalmente no se utilizaron ja­más en las posteriores guerras contra Occidente, un detalle reve­lador que da cuenta del pragmatismo del emperador y de sus asesores militares (por cuanto debía de preocuparles que los aliados occidentales se vengaran contraatacando con esas mis­mas armas) más que de unos repentinos escrúpulos morales.


Laurence REES


-Título del libro: «El Holocausto asiático».
-  Autor: Laurence Rees.
-  Editorial:  Crítica.
-  Fecha de publicación:  15 de octubre.
-  Sinopsis:  Antes de la II Guerra Mundial, los escenarios de Asia y del Pacífico vieron crímenes que superan, en número y en crueldad, a los del Holocausto europeo. Laurence Rees quiso investigar estos hechos entrevistando a víctimas y a verdugos, y logró que muchos supervivientes le contasen sus experiencias: un soldado que había participado en violaciones en masa, un médico que colaboró en los experimentos sobre prisioneros... Su propósito no era exponer una galería de horrores, desde las matanzas de Nankín hasta la práctica del canibalismo por los japoneses en Nueva Guinea, sino tratar de explicarse estos hechos a través de sus protagonistas.

La ONU condena "los crímenes de guerra" perpetrados en Gaza

La investigación de Naciones Unidas hecha pública hoy concluye que Israel y Hamás cometieron crímenes de guerra durante la ofensiva que Tel Avivi lanzó sobre la franja de Gaza el pasado invierno. "La misión ha llegado a la conclusión de que las acciones que se llevaron a cabo constituyen crímenes de guerra, y posiblemente en algunos aspectos crímenes contra la humanidad, fueron cometidos por el Ejército de Israel", ha asegurado en la presentación del informe el jefe de la investigación designado por el Comité de Derechos Humanos, el jurista surafricano Richard Goldstone.

La ONU acusa a Israel y Hamás de crímenes de guerra en Gaza

La investigación de Naciones Unidas sobre el conflicto israelo-palestino del pasado invierno en Gaza ha hallado evidencias de que se produjeron «crímenes de guerra» pòr parte del Ejército hebreo y de la milicia del movimiento radical Hamás. La ONU concluye que «Israel realizó acciones que podrían considerarse crímenes de guerra, posiblemente crímenes contra la humanidad», aseguró en la presentación del informe el jefe del comité, el jurista sudafricano Richard Goldstone. El informe señala que Israel no tomó las precauciones necesarias para limitar en lo posible la muerte de civiles durante la...

Primera condena en Guatemala por los crímenes contra la comunidad indígena

Guatemala ha dado el primer paso para revisar su pasado más oscuro y arrojar luz sobre los crímenes perpetrados durante los 36 años de guerra civil que tiñieron de sangre y violencia el país centroamericano. El ex comisionado militar Felipe Cusanero se ha convertido hoy en el primer condenado, a un total de 150 años de prisión, por las desapariciones durante el conflicto armado (1960-1996), al haber sido encontrado culpable de la desaparición de seis indígenas entre 1982 y 1983.

Muere Dominick Dunne, popular autor de novelas de crímenes y misterio

Dominick Dunne, escritor de novelas de misterio, productor de películas en Hollywood y cronista social de la famosa revista Vanity Fair, amigo que fue de personajes de la talla de Elizabeth Taylor, Gary Cooper o Frank Sinatra, murió anoche en su casa de Manhattan a los 83 años. Hace unos pocos meses, su hijo Griffin Dunne había informado a Vanity Fair de que su padre estaba luchando contra un cáncer de vejiga, lo que le llevó a viajar durante el último año a Alemania y a la República Dominicana para probar tratamientos experimentales con células madre, según informó anoche la agencia Ap. Du...

Los cohetes de Hamás contra Israel son «crímenes de guerra», según HRW

Human Rights Watch (HRW) afirmó hoy que el lanzamiento de miles de cohetes por parte de Hamás y otros grupos armados palestinos contra ciudades y pueblos israelíes en los últimos años, incluidos cientos de ellos durante la última ofensiva militar de Israel a Gaza, se asemeja a crímenes de guerra. En un informe de 31 páginas titulado "Los cohetes desde Gaza: daño de los grupos armados palestinos a los civiles", HRW insta a Hamás a repudiar estos "ataques ilegales" y exige explicaciones a sus responsables. El director de HRW, Iain Levine, afirma que "los ataques de Hamás con cohetes ...

La Iglesia y las autoridades de Cuba niegan crímenes sean por odio a curas o a España

La Iglesia Católica y el gobernante Partido Comunista en Cuba negaron hoy que en la isla haya odio a los curas o a España y que ese sea el motivo de los asesinatos de dos sacerdotes de ese país en La Habana, donde hoy se ofició el funeral del segundo de ellos, Mariano Arroyo. El arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega, ofició una multitudinaria misa de cuerpo presente en la Catedral de La Habana para despedir a Arroyo, durante la cual protestó porque en medios de prensa de otros países se ha hablado de "desamor de los cubanos a los sacerdotes". "Hay preguntas insidiosas que algún comen...

El ex presidente liberiano niega las acusaciones por crímenes de guerra

El ex presidente liberiano Charles Taylor reiteró hoy su inocencia ante el Tribunal Especial para Sierra Leona (TESL) en una vista en la que declaró en calidad de testigo de su propia defensa.
       "No soy culpable de ninguno de estos cargos", proclamó Taylor desde la mesa de los testigos, vestido con un traje oscuro y usando unas gafas de sol durante gran parte del interrogatorio.
       El ex mandatario liberiano se enfrenta a once cargos de crímenes de guerra y lesa humanidad por fomentar el enfrentamiento civil que sufrió Sierra Leona entre 1991 y 2002 y que causó cerca de 50.000 muertos.
       Entre otros, se le imputan los crímenes de asesinato y mutilación de civiles, uso de mujeres y niñas como esclavas sexuales y reclutamiento forzoso de niños y adultos en la guerra en Sierra Leona.
       Sobre esos cargos, subrayó hoy que están fundamentados sobre "malas informaciones, mentiras y rumores".
       Es la primera vez que un ex presidente declara bajo juramento en calidad de testigo y en su propia defensa ante un tribunal internacional.
       Hablando en todo momento con gran seguridad, el acusado declaró estar "todavía perplejo de estar aquí sentado".
       En referencia a la acusación, dijo que "no puedo entender cómo mucha gente ha llegado a creer estas mentiras (...) porque es imposible que ocurriera lo que han oído".
       Taylor, presidente liberiano entre 1997 y 2003, mantuvo que siempre ha trabajado por la "justicia y el juego limpio" y se declaró un "demócrata".
       Indicó que sus ideas políticas persiguen la "liberación de África, para que los africanos puedan resolver sus propios problemas".
       Según Taylor, en Liberia "reinaba el terror" con el gobierno de sus predecesores, y él llevó el "orden" y la restauración de la democracia en el país.
       Explicó que tomó Liberia en 1989 al frente de las Fuerzas Nacionales Patrióticas de Liberia (FPNL) para "traer un cambio total, la democracia y el estado de derecho".
       Declaró que durante ese golpe, que desencadenó una guerra civil y causó miles de muertos y casi un millón de refugiados, "no hubo una matanza indiscriminada de gente".
       Taylor negó cualquier ayuda a los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (FRU) en la invasión de Sierra Leona, pero admitió que proporcionó "pequeñas cantidades de armas y munición para la protección" de Liberia, al considerar que ésa era su "obligación como presidente".
       También negó que hubiese recibido diamantes a cambio de colaborar con ese grupo revolucionario, que es uno de los postulados de los fiscales.
       Taylor explicó durante el interrogatorio su trayectoria familiar y política y resaltó que sus orígenes "fueron muy modestos", que su madre era una aborigen africana que había ido a servir a casa de su abuela y que fue educado por la madrina de su padre.
       Sus intereses políticos se desencadenaron en su estancia en EEUU, donde se graduó en Economía y donde en 1972 fundó una asociación que reunía a diferentes agrupaciones de liberianos.
       Taylor explicó que con esa fundación, la Unión de Asociaciones Liberianas en América, ya pretendía conseguir un cambio "político, pacífico y democrático" en Liberia.
       Al explicar su trayectoria, también ofreció detalles de cómo se organizó el golpe de Estado de 1980 liderado por Samuel K. Doe contra el ex presidente de Liberia, William R. Tolbert, que fue finalmente asesinado.
       "No estaba de acuerdo con las ejecuciones (durante ese golpe) pero hacer algo en contra hubiese supuesto perder la oportunidad de significar algo para Liberia", declaró Taylor'
       Se espera que la declaración del ex presidente liberiano como testigo dure "varias semanas", incluyendo el interrogatorio de la fiscalía, según indicaron hoy los jueces.
       Taylor, primer líder africano juzgado en un Tribunal Internacional, está imputado por el TESL desde junio de 2003 y tres años más tarde se le detuvo y fue trasladado a La Haya para la celebración de su juicio.
       Este cambio de localización se debió a razones de seguridad y al temor de que su proceso desestabilizase la zona.
       El juicio, cuyo veredicto podría conocerse en 2010, comenzó en junio de 2007 y hasta el momento han declarado 91 testigos por parte de la fiscalía.


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