Estonia culmina mañana su afirmación como Estado europeo al convertirse en el décimo séptimo país en ingresar en la zona euro y la primera de las ex repúblicas soviéticas en adoptar la moneda comunitaria.

Se construyeron una casa tardaron una década, pero no resistió la virulencia del primer gran terremoto. Por ese motivo, los líderes de los 27 comenzarán este jueves a renovar los cimientos de la Unión Europea, empezando por el Tratado de Lisboa, la ley constitucional comunitaria. En una cumbre, los 27 enmendarán el texto, que lleva un año en vigor, para proteger la moneda única, el proyecto europeo más exitoso, creando un fondo de rescate permanente que sustituya al improvisado en mayo, tras el reflote de Grecia.

"Se busca país para una moneda". En los pasillos de las instituciones europeas resuenan con fuerza este tipo de chanzas en las últimas semanas. La diana en la que se ha convertido el euro en medio de la crisis de la deuda, ha puesto al desnudo a la moneda única, levantando la tupida alfombra bajo la que se escondía la debilidad de la Unión Monetaria.

Pese al nostálgico recuerdo que se hace de la peseta estos días, los expertos creen que España no hubiera estado ni antes, ni durante, ni después de esta crisis, mejor fuera del euro.