Los aficionados al fútbol, al buen juego y al enfrentamiento deportivo de los grandes equipos tienen hoy una cita extraordinaria. FC Barcelona y Real Madrid se ven las caras en el Camp Nou. Un momento único para disfrutar del deporte si no fuera porque el encuentro tiene visos de convertirse en un alegato político tras el editorial de esta semana de 12 periódicos catalanes, apoyado por el club y el presidente, Joan Laporta. Por Cataluña circula un sms que insta a gritar «estatut» y «dignidad» cuando los jugadores salten al campo. Nada nuevo en el club que dirige el aspirante a político nacionalista Joan Laporta, quien no deja pasar ocasión para utilizar al Barça como trampolín personal en la causa independentista. Cataluña es, sin duda, una sociedad plural que no gusta de verse pintada en los planes políticos de Laporta; pero es que, además, el Barça, por su grandeza y relevancia deportiva, tiene una gigantesca legión de aficionados y simpatizantes con todo tipo de ideologías. La política ha de quedar fuera de los campos de fútbol. Es un mensaje que se oye de manera abrumadora en España y en el extranjero. Política y deporte no casan. Si acaso, el aglutinante podría ser la violencia, algo que los responsables de los clubes deben evitar. Es su responsabilidad.