- jueves 09 mayo 2024
El entrenador del Barcelona, Pep Guardiola, afirmó tras el empate de su equipo ante Osasuna, con un autogol de Gerard Piqué en el último minuto, que "molesta no ganar", si bien aseguró que se marchó "contento" de Pamplona del juego desplegado por el conjunto catalán.
"Molesta no ganar y cuando lo tienes tan cerca, quedas tocado, pero no queda otra que levantarse, recuperarse y conseguir un buen resultado en Rusia en Champions", declaró.
Se marcha "contento"
El técnico catalán, que felicitó a Osasuna por su "gran partido", destacó que sus jugadores hicieron un "partido muy completo". "Sabíamos que nos iban a apretar arriba, pero hemos controlado su juego. Hemos perdido dos puntos al final, pero estoy contento por la actuación del equipo", añadió.
Sobre las ocasiones falladas al final y el gol en propia puerta, dijo: "Esto es un juego y las ocasiones a veces se hacen y otras no. Un cúmulo de circunstancias han acabado en el gol de Gerard, pero en la segunda parte no nos han tirado más que un lanzamiento de Nekounam"."A Osasuna le empataron la pasada jornada en el último minuto y hoy hay empatado en el último. Es parte del juego", concluyó.
Sobre el césped de Valdebebas, la enésima reunión entre Pellegrini y sus jugadores para buscar responsabilidades. El técnico dice que todo va bien y que necesita tiempo. Los futbolistas admiten en privado que aún no le han cogido el truco al chileno. Pío, pío que yo no he sido se escucha en la Ciudad Deportiva.
La realidad es que el técnico, al que atenaza la ausencia de Cristiano Ronaldo mucho más de lo que se podía imaginar, no consigue dar con la tecla. Ya no sólo se juega mal, sino que no se ganan los partidos, cosa ésta que si ocurría antes pese al déficit evidente de espectáculo en encuentros como los del Jerez, el Tenerife o el Espanyol, por poner tres ejemplos. Hasta ahora, los conceptos del técnico no se han plasmado en el terreno de juego por diversas razones. Lesiones, necesidad de tiempo para asimilar las nuevas ideas, falta de automatismos. Los jugadores admiten errores, no se esconden y piden un poco de calma y paciencia. Una petición que en el madridismo es utópica.
Iker Casillas dio la cara después de la segunda decepción consecutiva, la del empate en Gijón. Y lo hizo con sinceridad y reflejando ese sentimiento autocrítico de un vestuario que quiere reivindicarse. "Florentino Pérez ha hecho un gran esfuerzo. Ha traído a muchos jugadores nuevos y sólo llevamos dos meses juntos. Es difícil conjuntar todo eso en tan poco tiempo. Además, no nos han ayudado todas las lesiones. En Gijón sólo teníamos un delantero nato. Yo no estaría tan preocupado. Vamos a mejorar".
El portero incidió en el aspecto del error humano de los propios futbolistas: "Es un hecho que contra el Milan yo tuve la culpa de dos de los goles encajados. Llegaron por fallos míos y lo asumo. De no ser por esas situaciones podríamos haber ganado".
Todas las conversaciones internas han tenido reflejo en las declaraciones públicas de unos futbolistas que hablan de fútbol y que no se esconden. Xabi Alonso, por ejemplo, habló de problemas porque el equipo se hace muy largo, separa mucho sus líneas. Guti dice que hay cosas por mejorar pese a que las ideas y los conceptos no están claros. Y el propio Iker incidió ayer en que a veces la línea defensiva se retrasa más de lo debido por pura inercia cuando el equipo sufre una ocasión en contra.
Hasta Benzema, dentro de sus problemas de comunicación, comentó en su día que se perdían muchos espacios por perder de vista las bandas y entrar mucho por el centro. En el vestuario se habla de fútbol y en el seno de la directiva se insiste en la necesidad de mantener la calma. La actitud del equipo en Gijón fue irreprochable. Otra cosa es el juego. Pero Pellegrini sigue teniendo margen para hacer que sus ideas calen en una plantilla que no reniega de las instrucciones que recibe.
Los dos partidos de esta semana tienen trampa. Ganar en Copa al Alcorcón y en Liga al Getafe parece obligatorio. Un solo error encendería las alarmas. Después llegará el día de la gran reivindicación. El viaje a Milán para devolver el 2-3 del Bernabéu