El pasado sábado, ciudadanos y ciudadanas de toda Europa nos movilizamos para exigir rutas legales y seguras para los refugiados. En resumidas cuentas, pedíamos algo tan básico, y a la vez tan revolucionario en estos tiempos que corren, como el cumplimiento de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, un escrito que debería ser la base fundamental de cualquier documento legislativo y que a los hechos opera, por desgracia, como mero papel mojado.

En Ceuta, centenar y medio de personas ocupamos la Plaza de los Reyes en un emotivo acto. Los insultos y las descalificaciones en las redes sociales no se hicieron esperar. Nos encontramos ante la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial. Un solo dato basta para que nos paremos, apenas por unos minutos, a pensar en lo escalofriante de lo que estamos viviendo: según Europol, al menos diez mil niños refugiados han desaparecido nada más llegar a Europa. Diez mil niños. Desaparecidos. En la Europa de los derechos, la democracia y la libertad. Diez mil niños. Esta mínima información, que ni siquiera entra a hablar de muertes, debería ser suficiente para que las plazas de toda Europa se llenaran prácticamente cada día para alzar la voz. En cambio, ciudadanos y ciudadanas de nuestra “pequeña, dulce y marinera” no pueden soportar que ciento cincuenta personas nos reunamos un sábado para expresar nuestra repulsa a tan lamentable situación. Sólo tienen un calificativo: miserables.

El argumento que trata de justificar el insulto, la pasividad cómplice y la xenofobia de esta gente suele ser siempre el mismo: “Primero los de aquí”. Este argumento es el mismo que utilizan, a día de hoy, Marine Lepen en Francia y los neonazis de Amanecer Dorado en Grecia. El “pimero los de aquí” es la coartada que siempre han utilizado el fascismo y la extrema derecha. Resulta muy difícil justificar una actitud racista en base a un discurso puramente racista, pues el racismo, como tal, es algo que no se acepta. Nadie (o casi nadie) se considera racista. Por ello, se recurre siempre al sentimiento patriótico, a un patriotismo que no es patriotismo, sino chovinismo, cobardía, egoísmo e ignorancia. Quienes dicen “primero los de aquí” nos dicen, en última instancia, que debemos echar a todos los inmigrantes de nuestros países. Al fin y al cabo, su razonamiento es el siguiente: “Mientras haya un solo parado o pobre nacional, que no se ayude a ningún extranjero”. De acuerdo. Yo pregunto: ¿acaso existe algún país del mundo en el que no haya pobres o parados autóctonos? La respuesta es No.

Niegan ser racistas, pero su visión del mundo, en la práctica, acabaría siendo la misma que la del peor racista: cada uno en su país, que se cierren las fronteras. Por otro lado, conviene no olvidar algo bastante significativo que deja en evidencia su ya de por sí estúpido argumento: esta gente tampoco se moviliza cuando lo hacemos en contra de los recortes o en favor de los derechos de “los de aquí”. Más bien, también lo critican. No son patriotas. No quieren a su país. Son basura.