Quizás es cierto que el Ejecutivo de Vivas está actuando por la convicción de que deben ayudar a unas pocas familias afectadas, aunque por desgracia lo que se intuye de fondo es más el oportunismo político. El problema es que las frases y modos utilizados por el Gobierno de la Ciudad comienzan cada vez más a crear una malsana preocupación entre los ceutíes, que empiezan a elucubrar los motivos más peregrinos para explicarse la preocupación hasta el extremo que ha mostrado la Ciudad con la reestructuración del Ejercito. Y es que aunque Vivas y su equipo hayan repetido hasta la nausea que estas protestas no esconden el miedo a que Ceuta quede peor defendida ante un supuesto enemigo del sur, lo cierto es que ese es el mensaje que comienza a difundirse en la calle.
Cuando comienzan a circular correos electrónicos alertando sobre la entrega de Ceuta a Marruecos es momento de pararse, tomar aire, y darse cuenta de que uno está cometiendo una grave equivocación. El Gobierno de Ceuta no debe ser el culpable de un un brote de histeria colectiva. Eso no justifica ganar o perder un puñado de votos. Ceuta y los ceutíes no se lo merecen, la institución tampoco.