-  Después de varios días de tempestad de ánimos y opiniones en los que hemos escuchado de todo en relación tanto a los gravísimos incidentes del Príncipe como al fatal asesinato de la joven estudiante de enfermería en nuestra ciudad, parece que comienza a vislumbrarse algo de calma social.

Desgraciadamente, la realidad no deja de existir porque la ignoremos o cerremos los ojos ante ella.

Ojalá fuera tan fácil.

Los problemas reales exigen soluciones reales, firmes y contundentes, no simples palabras. La palabrería y los simples discursos, vacíos de contenido, por parte de aquellos a los que se supone responsabilidad en su quehacer, sólo son buenos para salvar el momento y para salir al paso. Sin embargo, si queremos una sociedad firme y basada en sólidos pilares tenemos que empezar por llamar a las cosas por su nombre. El hacerlo no nos convierte en provocadores, si no en personas comprometidas con nuestra ciudad y con el futuro de la misma.

Todos sabemos que como consecuencia de los sucesos de la semana pasada han aflorado sentimientos que algunas personas llevan muy arraigados en su interior y que en la mayoría de los casos no son más que fruto de la ignorancia.

Miren, es evidente que en Ceuta hay personas con sentimientos racistas que ante cualquier situación, achacan algo negativo a las personas musulmanas. Pero también es cierto que hay quienes acuden con facilidad al victimismo. Lo que no podemos hacer es generalizar y meter a todo el mundo en el mismo saco, sería la mayor injusticia y lo peor que les podemos hacer a las próximas generaciones: condenarlas a vivir en una sociedad insoportable.

Por otro lado, insisto en que en la sociedad actual ser realista y llamar las cosas por su nombre hace que muchos y muchas te puedan considerar una persona incorrecta, incómoda e incluso desestabilizadora. De hecho, rozando el surrealismo, incluso los hay que pretenden culpar de todos los males de la ciudad al principal grupo de la oposición. Lo que no saben es que sus críticas nos hacen más fuertes.

Todos tenemos parte de responsabilidad en la sociedad que año a año y día a día se ha construído, todos sin exclusión. Pero adquiere especial importancia el papel que se desempeña por parte de quienes toman decisiones porque son quienes gestionan. El gobierno de la ciudad no puede escurrir el bulto ni hacer como que no pasa nada o lo que es peor, hacer las cosas mal y culpar a otros (aunque esto no lo hacen directamente si no a través de la manipulación en la información).

Lejos de dejar pasar el tiempo, que no todo lo cura, hay que buscar soluciones a los problemas que están ya demasiado enquistados entre nosotros si realmente queremos avanzar como pueblo. Y para eso, hace falta compromiso y hace falta valor para llamar a las cosas por su nombre, aunque haya personas a las que moleste.