Los resultados electorales del próximo 27 de mayo van a ser muy importantes para España y su cohesión territorial. También para Ceuta. Se enfrentan distintos modelos y formas de ver los principales problemas que nos aquejan. La emigración, el terrorismo, la integración territorial, la vivienda, el agua. En algunos lugares, como en Navarra, se juegan incluso su derecho a continuar existiendo como Comunidad Foral independiente. En el caso de Ceuta, su derecho constitucional a ser Comunidad Autónoma. Veremos si también su futuro, a la luz de algunos hechos más que preocupantes.

Máximo Cajal, en su libro de 2003 sobre Ceuta, Melilla, Olivenza y Gibraltar, indicaba que se debía “romper el círculo vicioso de la inacción e iniciar la reflexión con Rabat para, con las garantías necesarias, proceder en su momento a la retrocesión de las dos ciudades, -y antes los peñones- a Marruecos”. El partido socialista se limitó a decir que apartaba de su campaña electoral a este diplomático jubilado. Hoy es asesor personal de Zapatero para asuntos relacionados con la denominada “Alianza de civilizaciones”.

En el nuevo Estatuto de Autonomía de Cataluña, Comunidad en la que gobiernan los socialistas junto con los que quieren independizarse de España, se ha consagrado un régimen financiero insolidario. Cataluña va a recibir más dinero del Estado que las demás Comunidades. Se ha roto la solidaridad interterritorial laboriosamente pactada. Pero a Zapatero esto no le ha importado en absoluto. Ha seguido hacia delante. ¿Alguien lo dudaba?.

En las elecciones a los Ayuntamientos vascos y navarros se han colado los continuadores de Batasuna. No hay voluntad política de impedirlo. Creen erróneamente que así conseguirán domesticar a la fiera. Por ello en Navarra esperan obtener los escaños suficientes para así poder pactar con los que quieren independizarse de España y, previamente, engullirse al viejo reino. Pero Zapatero no retrocede. Los sectarios son así. De ello depende su proceso de negociación. También su permanencia en el poder.

En estas circunstancias, ¿acaso no es más que razonable la duda que alberga la mayoría del pueblo de Ceuta respecto a las verdaderas intenciones de los socialistas de Zapatero?. Y si al final le hace caso a su asesor personal, al que aún no ha desmentido, que yo sepa, ¿alguien cree que los socialistas presentes en la Asamblea de Ceuta se opondrán?. Y respecto a los populares, ¿alguien ve al actual Presidente de la ciudad dando un puñetazo encima de la mesa de Zapatero?.

El derecho de Ceuta y de Melilla a ser Comunidades Autónomas tiene que ver, y mucho, con estas elecciones. Hay una política pactada y consensuada entre los dos grandes partidos, socialista y popular, para no hacer nada que pueda molestar a Marruecos. Por eso estas dos ciudades no son Comunidades Autónomas. Por esto Ceuta no tiene aduana comercial con Marruecos. Tampoco aguas territoriales. Por esta razón no viene el Rey a visitarla de forma oficial. Por ello se decidió disolver la comisión que debatía sobre el futuro Estatuto hasta después de las elecciones.

Pero esta política cobarde, que además no garantiza unas mejores relaciones con nuestros vecinos, está provocando grandes perjuicios a ambas ciudades. Jurídicamente no pueden desarrollar las materias que les interesan. Los Ministerios de áreas importantes como Sanidad y Educación han quedado para coordinar y elaborar la legislación básica de las materias de su competencia, y de forma residual, para desarrollar determinadas materias que afectan a Ceuta y Melilla, cuyos problemas desconocen por completo. Baste como ejemplo la patética actitud del Delegado del Gobierno en la ciudad y sus nulas relaciones con los agentes sociales. Económicamente esto les condena a vivir eternamente de las subvenciones y de la caridad pública, y a una insufrible desigualdad respecto al resto de territorios del Estado español. Aunque a algunos no les importa, pues les beneficia.

Este es el auténtico debate político que querían hurtar a los ciudadanos. El de por qué no se es Comunidad Autónoma a pesar de que lo dice la Constitución, y el de los problemas que ello conlleva. Jóvenes que quieren estudiar y no pueden. Familias nuevas que no ganan lo suficiente para pagar su hipoteca. Escasez de vivienda pública y escándalos en las adjudicaciones. Abuso de las grandes compañías navieras, o de la empresa de electricidad, a las que nadie se atreve a sancionar a pesar de los continuos incumplimientos en el suministro del servicio. Sólo un poco de sentido común y de imaginación han sido suficientes para demostrar que reduciendo algunos de los gastos superfluos del presupuesto local, rebajando el sueldo a los Consejeros, o suprimiendo muchos de los innecesarios cargos políticos, se podría financiar a gran parte de estos jóvenes y familias necesitadas para que pudieran hacer realidad parte de sus aspiraciones. Si se tuviese acceso a toda la información, con total seguridad que se podrían dar otras ideas y llevar a cabo estas. El transporte gratuito de las mercancías, la creación de una empresa pública municipal para la formación de una naviera pública que abarate los costes, la creación de la Universidad de Ceuta, la rebaja del IPSI para los artículos de primera necesidad, la potenciación de las reglas de origen como alternativa al desarrollo industrial, la creación de la aduana comercial con Marruecos. Problemas de los ciudadanos y medidas realistas para solucionarlos. Este debe ser el auténtico debate de las ideas.

Políticos que hablen de esto son los que hacen falta en la Asamblea de Ceuta. Que no tengan miedo a decir las verdades, que sean inflexibles en la defensa de los intereses de sus vecinos, que no le pongan alfombras rojas a los Ministros que han faltado a sus compromisos, sino pancartas recordándoselos. Que nos informen de las verdaderas cuentas públicas y de los favores ocultos que se tienen que hacer a unos y a otros, para mantener las alianzas de poder. En las actuales y difíciles circunstancias por las que atraviesa nuestro país, lo que se necesita es firmeza, no bisoñez. Políticos de talla, no depredadores de la cosa pública. Gentes que antepongan los intereses de su tierra a los suyos propios. Políticos de palabra, no traidores. Estos son los que de verdad interesan. Porque Ceuta es posible. Cierto. Pero hay que hacerla posible entre todos. Acertando en la elección de sus representantes, primero, y acompañándoles después en la batalla por situar a Ceuta en el lugar que legítimamente le corresponde. Los ciudadanos tenemos la palabra.