Hoy les voy a contar otra vivencia de esas que se pueden clasificar de surrealista. Tiene que ver con la forma en que se denominan vulgarmente en inglés los órganos sexuales masculinos. Así que les advierto, si son sensibles a este tipo de lenguaje, por favor no sigan leyendo. Si no es así, les invito a sonreir con algo que, veintitrés años después, aún me produce risas.

Como todos sabemos, en el lenguaje coloquial o vulgar, usamos distintas palabras para mencionar los órganos sexuales, palabras que, en otros idiomas se usan también, pero con otro vocablo. El caso que nos ocupa hoy tiene que ver con los testículos. Una de las maneras de referirnos a ellos en español es “huevos”. En inglés, la palabra equivalente es “nuts”, cuyo significado es nueces. Si, ya sé que están pensando que los huevos son más grandes que las nueces y que eso puede ser una alusión al tamaño de unos y otros, pero la gracia del asunto no reside en eso, sino en el hecho de que al usar una palabra distinta, se puede crear confusión.

 

Lo que les voy a relatar me ocurrió allá por el año 86 del siglo pasado durante uno de mis viajes de Granada a Ceuta. Normalmente, cogía el autobús de Granada a Algeciras, pero ese día decidí probar el tren y de paso beneficiarme de un descuento especial para estudiantes.

 

Tuve la suerte de dar con una anciana simpática de las que te dan conversación durante cinco horas y te cuenta su vida, la de su hijo que es exáctamente igual que tú y la de toda su familia. La buena señora se sentó a mi lado y puso un paquete de tamaño mediano en el asiento de enfrente.

 

El viaje transcurrió plácidamente, disfrutando del paisaje andaluz y de la cháchara de la anciana. En una de las paradas, entre otras muchas personas, subió al tren un señor mayor, alto, con toda la pinta de británico. Luego descubrí que era inglés de la región de Wilshire, pero eso no viene al caso. El caballero en cuestión hablaba algo de español, muy bien por cierto y quiso sentarse en nuestra zona, concretamente en el asiento donde la mujer había depositado el paquetito. La anciana, al ver el trasero del inglés aproximarse peligrosamente a su paquete, le llamó la atención al hombre de la siguiente manera:

 

-“¡Tenga usted cuidado con los huevos, caballero!”

 

El inglés dio un respingo al escuchar la advertencia e inmediatamente le preguntó con su delicioso acento británico a la señora:

 

-“Perdón. No había visto el paquete. Casi le rompo los huevos”.

 

La mujer, extrañada, miró al inglés como pensando que era tonto o algo por el estilo. Muy educadamente le contestó:

 

-“No señor, no son huevos. Llevo alfileres y agujas de punto, para mi hija que es costurera”.

 

Se pueden hacer una idea de la cara que se le quedó al inglés, que, aunque hablaba bien español, no sabía que “huevos” corresponde a su “nuts” y que la mujer lo que quería era advertirle sobre un posible pinchazo en sus partes. Menos mal que allí estaba yo,atento y solícito para explicarle al caballero británico el significado de la palabra en su lengua. Al acabar la explicación el inglés sonrió a la señora y a continuación se puso a mirar por la ventana.

 

El resto del viaje transcurrió sin más sorpresas. La mujer, finalmente se bajó en una de las paradas y pude observar a lo largo del trayecto, como el inglés de vez en cuando sonreía y con un movimiento de cabeza murmuraba “cuidado con los huevos”.

Saludos.