- Hoy, pasados casi cuatro años, recuerdo en estos dias con la tragedia de los saharianos, lo que me pasó al mismo estilo por la intransigencia de la Guardia Civil y los gendarmes marroquíes.

A mí me costo una denuncia y multa por entrada ilegal. La vida que no me recibieron a pelotazos como a estos pobres o me devolvieron a Marruecos. Ni con mi DNI me permitieron pasar por no llevar el pasaporte, teniendo que tirarme al mar. Aquí va las memorias de mi diario, vean como también le podría pasar a ustedes igual. Hay que ser mas transigentes, con los locos que intentamos entrar en Europa, de manera anomala, que ni somos delincuentes, como siempre suele haber una causa justa.

Al llegar a Ceuta después de dejar mi última etapa en Agadir, a casi mil kilómetros, me doy cuenta de que estoy sin el pasaporte, es decir, que para el Reino Alauita soy un apátrida.

No sé si lo he perdido u olvidado en la caravana, por lo que a base de cómplices sonrisas y gentileza de viajero despistado, trato de convencer al funcionario marroquí, para que me deje acceder a España con el DNI español, pero se niega en rotundo y hábilmente me sacude, con el engaño de que vaya a la embajada de Tetuán. En la delegación española, aunque es sábado tarde y dicen que existe un servicio mínimo, el funcionario no me quiere solucionar nada, por lo que me encuentro como paria tirado en esa barrera de intransigencia. Decido sentarme en la playa y allí viendo la libertad con que las aves y los delfines cruzan la frontera, empiezo a comprender lo absurdas que son estas barreras humanas.

Tras el cansancio opto por descansar en el hotel 'Marina Smir', tras meditar por la noche y comprobar por Internet la temperatura del agua, los posibles peligros como la hipotermia y los casos de paso a nado, con partos incluidos, me levanto temprano decidido a intentar, si no podía convencer a los funcionarios, hacerlo al estilo alternativo de patera .

Me persono en el control y trato de dialogar y razonar con los gendarmes y el funcionario jefe, sin conseguir más que: ”Por este pasillo y guardia no pasas”. Al preguntarle que si lo hago por el mar o por el aire, como los pájaros y los peces se ríe: “Nosotros allí no tenemos jurisprudencia ni responsabilidad”. Consiguo hablar con un guardia civil en el paso del Benzú y me niega también la entrada.

Doy la vuelta atrás, me pongo el bañador y las alpargatas y observo los peligros del paso por la costa. Al final hay dos garitas, una con guardia del ejército marroquí, del otro lado el español, con cámaras de la Guardia Civil . Empiezo a hacer footing por la orilla camino de la muralla. Al acercarme a la garita marroquí el soldado me pita con un silbato, me acerco y me dice que no puedo correr por allí. Compruebo que la única arma que tiene es ese pito y una pistola corta y le digo que solo hago footing. Vuelvo a la orilla en sentido retirada, sabiendo que a 200 metros con pistola es imposible hacer blanco.

Sin más me meto al mar y nado rumbo a la muralla marítima española rompiendo las olas, nado unos trescientos metros hacia el dique con alambrada y me voy acercando a cros y braza, ayudado con las alpargatas en las manos, luego me protegerán al andar.

De repente el dispositivo y sirenas tanto en la parte marroquí como española empieza a movilizarse. Observo como en la parte española bajan tres patrullas con sirenas a la playa para recibirme, atrás los marroquís lo hacen a golpe de voces y silbato. Al llegar a la punta del espigón, doblado la punta esta como sirena de verde una guardia me dice:

- “Dónde vas?”

A lo que respondo: “A España” (en claro y fuerte acento castellano)

Me dice: – “¿Eres español?”

A lo que respondo al estilo legionario: “Como la madre y patria que me parieron”

Ella se vuelve hacia la garita y la oigo gritar:- “¡Tranquilos que este es un paisano español!”

Al llegar a la orilla, los cinco números congregados, más exhaustos que yo, me miran y exclaman: - “¿Pero qué hace?, ¿de dónde viene?”

A lo que respondo al que veo con una estrella, ascendiéndolo: - “Mi teniente, perdí el pasaporte y no me quería quedar encerrado con los marroquís. En la embajada hoy no me despachaban un visado por lo que aquí tiene mi DNI”

La guardia diligente: - “¿Pero llevas algún documento encima?”

Saco de la bolsita de plástico del bañador, el DNI , la tarjeta de crédito Visa y dinero. Creo que será el único caso que han visto en su vida. Mientras observan me calzo y me quito el niqui para hacer señales de que he llegado bien a mis amigos del lado marroquí. Reposo sobre las rocas. La agente llama por el walkie pidiendo informes míos mientras les explico lo sucedido.

La guardia me dice: - “Pues usted es madurito para hacer estas locuras”

A lo que le digo: - “Peor es quedarse encerrado en tierra extraña, máxime teniendo que trabajar el lunes, con el paro que hay. Encima en contra de la voluntad".

Al final entre bromas de pájaros y delfines, sentencian que me marche, advirtiéndome que he entrado a España por lugar impropio, por lo que posiblemente me sancionen. Sale el solete y me voy hacia arriba por el Barrio del Benzu, chorreando agua y humedad, algo frio, pero inflado por el viento y riendo por la misión cumplida.

Aunque a media noche, tal vez del miedo contenido y frío, me encuentro de golpe con una diarrea, velando la taza, sopesando la locura realizada.