Estadística padrón
Himo Miludi Laarbi

Hace más de dos décadas que mi hermano y yo nos trasladamos de Cataluña a esta maravillosa ciudad. Su diversidad, sus gentes y su situación geográfica fueron los grandes atractivos que terminaron por convencernos para dejar a toda nuestra familia en Girona y venir a vivir a Ceuta, comprando dos viviendas con los ahorros de toda una vida trabajando. Siempre hemos sido una familia de personas trabajadoras.

Cuento esto porque, recientemente, el Ayuntamiento ha decidido unilateralmente dar de baja del padrón municipal a mi hermano. Algo absolutamente inexplicable, dado que tanto él como su mujer y sus hijos residen en su casa de propiedad. Cuando se trasladó a las dependencias municipales para pedir una explicación razonable de aquella actuación, la respuesta fue, a la par que improcedente, absolutamente fuera de tono. El agente municipal argumentaba que daba igual que la casa fuera de propiedad y que mi hermano tuviera un trabajo estable, puesto que podía, según sus palabras, “haber alquilado la casa y estar viviendo en Marruecos con algún familiar”. Pasamos de la sorpresa a la indignación.

Comprendo perfectamente que el Ayuntamiento realice inspecciones para detectar fraudes en el empadronamiento (así debería ser en toda Ceuta, no sólo en la periferia), pero lo que no aprobamos y nos resulta absolutamente reprobable es que este funcionario sacara esta “conclusión” por el mero hecho de que mi hermano tenga un nombre islámico. Como he contado al principio de este escrito, toda nuestra familia vive en Cataluña. No tenemos a nadie en Marruecos. En Cataluña, algunos intolerantes nos llamaban “charnegos”; aquí, de nuevo el prejuicio, nos vuelve a señalar como extranjeros en una ciudad en la que nuestros hijos y sobrinos han crecido y estudiado.

No es de recibo que un representante de la Administración nos trate de este modo y que ni tan siquiera utilice los instrumentos que tiene a su alcance para verificar los hechos. Sólo le bastó ver el nombre del DNI de mi hermano para sentenciar que podía estar ante un fraude en el padrón, lo que evidentemente quedó desacreditado cuando mi hermano presentó la escritura de la vivienda y su contrato de trabajo en vigor y acreditó los pagos de todos los suministros de la vivienda, evidenciando con ello una residencia estable en el domicilio. Escribo esto para que quede constancia. Ninguna persona debería pasar por esto. Aunque a algunos cerrados de mente les cueste entenderlo, mi nombre es HIMO MILUDI LAARBI y, sí, soy española.