Hace tan solo unos días tuve una conversación muy interesante sobre este tema, da la casualidad que mientras aprovechaba para echar un vistazo a la prensa, uno de los presentes que se había hecho eco de mis palabras en la radio el día anterior sobre el CETI, me comentó que alguien le había dicho que se preveía la salida de más de cien subsaharianos de ese centro…

a lo que casi de inmediato le respondí que, si tenía la ocasión, le dijese a quien le había hecho llegar esa información, he de suponer que alguien con responsabilidades en el centro, que siguieran con las mismas previsiones de manutención y alojamiento para la semana entrante, ya que ésta no terminaría sin que se volviese a producir una nueva intentona masiva de asalto a nuestra frontera en un número similar al de subsaharianos salientes.

La intentona del sábado ya apuntó que mis previsiones no iban muy mal encaminadas es que todo éste asunto no parece vinculado a si existe ayor o menor vigilancia del perímetro fronterizo, sino que da la sensación de estar de alguna manera orquestado desde el gobierno central con la recomendación de Europa, con el objetivo de que no se produzca esa alarma social entre la población local que sí se produciría, si de golpe intentaran asaltar nuestras fronteras medio millar de esos subsaharianos que por miles se encuentran deambulando por las zonas colindantes a nuestra ciudad.Observando todos estos temas, más que visibles en nuestro quehacer diario, se está comprobando que más que una invasión silenciosa se trata ya de una totalmente clamorosa, lo que resulta extraño es ver la hipocresía que aún existe a la hora de denunciar lo que ya es más que evidente, habiendo gente que todavía se pone de perfil ante un problema como el que vivimos y que está llevando a la ciudad a una de las situaciones más críticas de su historia, poniéndose una venda en los ojos y siendo incapaz de exigirles a los responsables políticos que tomen cartas en el asunto, siendo lo más común que se critique sí, pero siempre desde el más absoluto anonimato.

Entiendo que dar la cara con nombres y apellidos cuesta y que no todos por su circunstancia laborales o personales, están dispuestos a hacerlo, pero no debemos olvidar que nuestro silencio nos hace cómplices de una situación que más pronto que tarde, nos acabará tocando de lleno a todos y cada uno de los que vivimos en esta ciudad.