Alberto Moya Hidalgo

El próximo 5 de agosto se celebra el día de nuestra Patrona, y para celebrar dicha efeméride haríamos bien en recordar su historia, mezcla de misterio y de interés histórico.

La elección de esa fecha corresponde, posiblemente, al hecho de que en primer lugar el Papa Pío VI y con posterioridad el Papa Pío IX le concedió indulgencia plenaria perpetua, es decir, los fieles podrán ganar la indulgencia cualquier día del año a condición de que cumplan determinadas condiciones.

Su origen es controvertido. Hay dos opciones remotas: origen bizantino según el testimonio de Procopio en su “Historia de la guerra contra los vándalos” o que el Papa Eugenio IV la entregase a los Reyes de Portugal. No obstante, la explicación más plausible es que dicha escultura gótica fue enviada a Ceuta en 1421 por el Infante Don Enrique de Portugal, según consta en un escrito firmado por el propio Infante y fechado en 1460.

En cuanto a su autoría es anónima. Posiblemente fuese un artista foráneo en el país luso, pues era frecuente la presencia de artistas europeos en Portugal y, por otra parte, no parece posible vincular esta Virgen con ninguna de las obras portuguesas conocidas de ese momento. Los paralelos más cercanos se localizan en la imaginería germánica de los siglos XIV y XV.

Iconográficamente responde al modelo de la Virgen de la Piedad, en el que la Madre, con patético gesto de dolor, mira el cuerpo inerte de su Hijo que descansa sobre sus piernas. La Virgen es una figura de proporciones largas y delgadas en cuyo rostro de aspecto maduro se refleja una expresión de dolor contenido en sus finos labios apretados con una triste mirada en sus ojos bajo largas cejas arqueadas. De su mano izquierda cuelga un bastón de 16 nudos. Llamado “aleo” es con el que el primer gobernador portugués, Pedro de Meneses, jugaba, cuando le fue ofrecido el gobierno de la Plaza, por el rey D. Juan I de Portugal. Con este trozo de abedul cuentan las crónicas que juró defender a Ceuta de sus enemigos. Dicho bastón es el mismo que su Gobernador Don Pedro de Vargas Maldonado, marqués de Campofuerte, puso en manos de Ntra. Señora de África en el año 1744, como para encargarla del gobierno de esta Ciudad desolada entonces por la peste bubónica. En el centro de la corona va un remate en forma de estrella con 16 puntas recubiertas de platino y con un total de 110 brillantes y en el punto medio de dicha estrella se encuentra una gran esmeralda de Cabujón en forma de lágrima, que perteneció a la reina Isabel II y que donó al tesoro de la Virgen.

La escultura de Cristo, llega al límite del patetismo, convirtiéndose en un cuerpo escuálido, con rasgos anatómicos marcados con crudo realismo, buscando la rigidez propia de un cadáver. La imagen está tallada en un solo bloque de madera de cedro, excepto la cabeza de Cristo y la mano izquierda de la Virgen, ahuecándose en la zona posterior, según costumbre de las imágenes destinadas a ubicarse en altares o retablos. Este hueco aparece cubierto en la actualidad por una tapa de madera formada por varios tablones de ciprés.

En el cuerpo de Cristo se conservaba, aunque bajo repintes, una policromía de gran calidad; en la Virgen, el proceso de restauración ha podido recuperar su fisonomía original, conservada íntegramente. En las vestiduras, los distintos repintes sufridos han hecho irrecuperable la policromía primitiva.

Ha sido restaurada en dos ocasiones, la última terminó en 1991.

En Ceuta encontramos otras obras inspiradas en ella, como la conservada sobre las murallas del Foso Real, un relieve en piedra blanca que representa a la Virgen de África portando el histórico bastón en bronce y a sus pies la inscripción “Ceuta a su Patrona, año 1962”. Su autor fue Bonifacio López Torvizco.

En el Palacio del Pardo, hoy museo, había una réplica que peregrinó a través de los pueblos de España y que más tarde pasó a la Casa de Ceuta en Madrid y que hoy se encuentra en el museo catedralicio.

Fuera de nuestra Ciudad, hay otras representaciones como la de la basílica del Valle de los Caídos, que aparece en su talla pétrea, sin corona y sin el tradicional aleo o bastón.

Aunque siempre fue considerada como patrona de la Ciudad, la declaración del Patronazgo no fue hecha hasta el 24 de noviembre de 1949 por breve Pontificio de S. S. Pío XII.

El Ilustrísimo Ayuntamiento de la Ciudad la proclamó Alcaldesa Perpetua el 5 de marzo de 1954, razón por la de que su cuello cuelga el distintivo de Primer Regidor de la Ciudad.

BIBLIOGRAFÍA

- Salvador Hernández González, “Aproximación al arte religioso en Ceuta (siglos XVI y XVII)”.

- Salvador Ros y Calaf, “Historia eclesiástica y civil de la célebre ciudad de Ceuta”.