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A. M. H.

Veinte años no es nada” decía un tango de Carlos Gardel y puede que para la mayoría de los ciudadanos sea así. Pero donde jamás se puede aplicar es para los políticos antes, durante y después de alcanzar el poder. A veces, el giro de 180º es tan gradual, que se hace natural, invisible para el ciudadano.

Concretando en el gobierno actual, se han dado muestras muy llamativas. En este caso, tomaremos como ejemplo varias afirmaciones de ministras, así como sus resultados.

Hace poco, en una de esas entrevistas informales que tienen el propósito de acercar la política al pueblo, la vicepresidenta segunda dijo que conocía a Amancio Ortega y que era una forofa de la moda galega y de Zara. Obviamente, esto no es malo, si no fuera porque sus críticas en 2019 iban en sentido opuesto.

En otro contexto, a un famoso cantante le hicieron una entrevista y tras unas declaraciones suyas hablando de una mala experiencia laboral en el pasado, la vicepresidenta puso un mensaje en una red social animando a los trabajadores a denunciar la situación que sufren en ciertas empresas de comida rápida. Esto implica desconocimiento de la situación de los trabajadores, ya que si denuncian pueden perder su puesto y si se corre la voz entre las empresas de que es un trabajador conflictivo, es posible que no lo contraten. Supongo que deberían saber que el ministerio puede actuar de oficio si así quisiese y no eludir esa responsabilidad.

Buena parte de las últimas campañas electorales fue el eslogan repetido de que si llegaban al poder iban a derogar la reforma laboral y la llamada “ley mordaza”. Ambas leyes tan contestadas por la sociedad y que perjudicaban a trabajadores siguen en vigencia ya que los aspectos más lesivos de la reforma laboral siguen en pie y la “ley mordaza”, tras poco más de 5 años en el poder, tampoco la han tumbado. En este caso la excusa es peor que el mismo hecho en sí, ya que se afirmaba que es el vocabulario que se suele hacer en campaña para no demorarse mucho en detalles. Esto puede dar muestras de populismo y de no esforzarse en hacer llegar al pueblo la concreción de esas medidas para llevarla a cabo.

Además, para alcanzar el poder, Sumar se ha desecho de unos buenos aliados como han sido Podemos y han creado esta plataforma de izquierdas que se sabía que iría de la mano del PSOE. Podemos, con los errores y aciertos que pudiesen cometer, fueron los encumbraron a los dirigentes de Sumar a esos puestos en el Congreso. Cambio cualitativo muy significativo. De hecho, si hubiese elecciones ahora mismo Sumar caería, según el CIS, algo lógico al no contar con los votos de Podemos. Pero el hecho más grave es la alianza preelectoral con el PSOE y más representando a Izquierda Unida. El objetivo era que la derecha y ultraderecha no alcanzasen el poder, pero esa unión de la “izquierda” fue algo artificial, superfluo. Tiempo atrás quedaba la afirmación de Julio Anguita de que los pactos deben hacerse en torno a programas, no por afinidades o simpatías. ¿Acaso alguien sabía en que puntos estaban de acuerdo Sumar y PSOE? ¿Cuál iban a ser sus directrices políticas? ¿Qué grandes medidas serían la vanguardia del cambio político en nuestro país? Lo peor de todo para la izquierda es que esas preguntas no tienen respuesta. Pero ya habían alcanzado su propósito: ocupar el gobierno tuviendo que desdecirse en numerosas ocasiones.

Ahora bien, ¿sus medidas se están llevando a cabo? La subida del SMI es muy significativa con respecto al anterior gobierno del PP, pero es manifiestamente insuficientemente y no hay motivos para celebrar. En enero de 2024, la media nacional del alquiler está en 1821 euros, con lo que se necesitaría al menos dos sueldos para poder pagarlo. Junto a ello, hay que tener en cuenta la subida de la luz, el agua…

Y los datos del paro, aun mejorados, son más que alarmantes: sigue siendo el país de la OCDE con más desempleo y el paro juvenil es de casi el 28% según datos del Eurostat.

De este modo, podemos ver como la política esta siguiendo una deriva peligrosa en los últimos tiempos. Debemos ser ciudadanos responsables y votar a los partidos políticos cuyas medidas sean justas y favorezcan a la sociedad en su conjunto. Pero en este país nos hemos acostumbrado a que los programas no se respeten, a estar sumidos en la inacción y a esperar a los siguientes cuatro años para volver a repetir el mismo proceso para que todo siga casi igual.