Antonio Gil Mellado / Imagen de archivo
Antonio Gil Mellado / Imagen de archivo

Antonio Gil Mellado

 

El anhelado dinero se asoció de por vida al ser humano. Desde su invención lo ha acompañado siempre, en todas las formas posibles. El dinero ha dejado su huella en todos los rincones del planeta, en todas las civilizaciones; lo ha hecho moldeando a la sociedad en su propio interés, en todos los tiempos, desde el trueque, pasando por el papel, hasta las criptomonedas o dinero electrónico.

Puede que el dinero sea el invento más mencionado, el más deseado y el más importante en la historia de la humanidad. Si bien la rueda fue la que proporcionó el mayor salto evolutivo al ser humano, ambos son milenarios y con un pasado común que los sitúan, en mayor o menor medida, en Lydia, un pueblo de Asia Menor y en la antigua Mesopotamia.

Los bancos se ‘chivarán’ si haces un ingreso de más de 3.000 euros, o por la utilización de billetes de 500 euros. Hacienda se arma con leyes como el artículo 93 de la Ley General Tributaria donde se obliga a las entidades a proporcionar información a la administración para que nadie se escape.

De la existencia de la rueda se sabe a partir del (3200 a.C.) con un origen inspirado en el torno destinado a la alfarería. El dinero es otra cosa, el filósofo griego Aristóteles (350 a.C.) desarrolló una breve teoría en la que decía que nació de la siguiente manera: “Cuando los habitantes de un país se hicieron más dependientes de los de otro, importaban lo que necesitaban y exportaban lo que tenían en excedente, el dinero, necesariamente, entró en uso”. Ahí nacen, desde mi punto de vista, los primeros movimientos especulativos que, hoy en día, estamos padeciendo causando desequilibrio o ‘déficit’.

De la antigüedad del dinero hay constancia desde hace 17.000 años, más o menos, utilizado en todas sus formas y valor como fueron el grano, las joyas, el oro, la plata, etc. Pero no es hasta los siglos VI y VII a. C. cuando aparecieron las primeras monedas, aceptadas para mayor comodidad en las transacciones comerciales.

Hoy en día, nuestro fugaz y codiciado amigo, el más deseado, el singular dinero en efectivo tiene los días contados, se encuentra en las horas más bajas de su historia. Comenzó la era de las monedas de los bancos centrales, el (CBDC), Central Bank Digital Currecy. El dinero electrónico está llamado a hacer desaparecer a nuestro efímero acompañante. Los bancos centrales urgen a los gobiernos a ponerles fin al dinero en metálico.

Si los sumas todos, seguro que un gran porcentaje de la población estaría pagando, de forma fragmentada, por encima del 26% de sus ingresos netos, o sea, una forma simple de practicar la usura por el propio Estado.

Hacienda, la de todos, en su afán recaudatorio, promueve leyes de demostrada eficiencia que, inspiradas en “servir al bien común-Hacienda somos todos”, se encarga de tejer una red capaz de atrapar hasta los peces más pequeños, como son los asalariados, funcionarios y autónomos. Eso sí, completamente inútil para los peces más grandes. Los bancos se ‘chivarán’ si haces un ingreso de más de 3.000 euros, o por la utilización de billetes de 500 euros. Hacienda se arma con leyes como el artículo 93 de la Ley General Tributaria donde se obliga a las entidades a proporcionar información a la administración para que nadie se escape.

Es evidente que se ha roto el equilibrio entre el ciudadano y el Estado a través del control absoluto que se ejerce sobre ellos. La presión resulta asfixiante, los impuestos nos acechan, el IRPF, IVA, impuesto de donaciones, de sucesiones, de circulación, carburante, etc. Si los sumas todos, seguro que un gran porcentaje de la población estaría pagando, de forma fragmentada, por encima del 26% de sus ingresos netos, o sea, una forma simple de practicar la usura por el propio Estado.

Pero…, ¡tranquilo!, la usura en España no es delito, fue despenalizada en la reforma del Código Penal de 1995. Casi todo lo que las administraciones obtienen en forma de impuestos por transacciones y otros, se obtienen de manera especulativa e injusta y terminan ahogando el sistema.