- Se trata de un tal Mustafa, secretario general de una unión de comunidades islámicas.

Una de esas, de entre sesenta o setenta, que ni en edad de jubilación y en toda una vida nada en pro de la sociedad han aportado y que nadie sabe para que están, salvo para lo que ya sabemos, amigo buen dinero, mejor samaritano y mejor compañero, cargo que no conoce término ni renovación, que más que guardar secretos lo que guarda es rencor y odio en un corazón oscuro y sin fondo, un lugar en el que encender una luz se torna lucha sinsentido, ecos de ultratumba, malicia sin lindes, arena de yihadismo rampante e ignorante.

El mercader Mustafa que ayer y sin más motivo que su mal fondo, vino a decirme que hace siete años escribí artículo en el que llamaba "mercaderes" a los musulmanes, y que debería tener "cuidado" con lo que escribía sobre los musulmanes, a lo que respondí diciendo que mucho habia esperado para mostrar su disconformidad con el artículo, que no era más que eso, un artículo de opinión, así como que se tildaba de "mercaderes" a un "grupito" de musulmanes, no a "todos los musulmanes", lo cual sería todo un despropósito, y que tiempo tuvo "el grupito" para desmentir lo que de su gestión se decía, cosa que no hizo.

El mercader Mustafa contestó "un día de estos vas a recibir un tiro". Ahí es nada, el mercader Mustafa, acróbata consumado, que de musulmàn pasa a pistolero. A tener en cuenta, aquí y donde merece. Un gamberro social el mercader Mustafa, que falto de argumentos hace fe de pistolas, olvidando los buenos consejos divinos. Es su límite, a partir de ahí se desencadena un estado febril e irracional, donde la mutilación y la destrucción se hacen norma.

Llevar tanta inquina dentro debe pesar, no debe ser fácil, ahí las muestras en el Ejército Islámico de Irak y del Levante, que quema y mata al tiempo que loa al Creador, que asesina niños al grito de justicia divina, son los espejos en los que se mira el mercader Mustafa, mucho deben echarle en falta allí esos cabos y sargentos del mayor dolor.

Siete años necesitó el Mercader Mustafa para expresar su desacuerdo con un artículo simple y sin trascendencia, siete años. Hace bueno aquello que ni en tumba admiten armisticio. Duro corazón el de Mustafa, el mercader y cabo Mustafa, el de los siete años.