Ramón Rodríguez Casaubón

Hay un pueblo, por encima de un país, que caminaba en busca de una democracia homologada a las europeas. Los pasos no estaban siendo excesivamente rápidos, pero sí suficientemente decididos. Y un bloque imperialista y nada democrático decide invadirlos para someterlos a su voluntad. Voluntad nada democrática.

Siempre ¡no a la guerra!, pero una vez que ha comenzado ésta y no por voluntad de Ucrania, se deben tomar decisiones. Complejas, difíciles e inciertas, sin duda alguna.

Vienen a mi memoria, como traída por la distraída ironía de tener una conciencia de izquierdas, las palabras de Slavoj Zizek hace ya unos años: “Pasar de la exterioridad de un acto a su ‘significado interior’, a la narrativa mediante la cual el agente lo interpreta y lo justifica, es dirigirse hacia una máscara engañosa: la experiencia que poseemos de nuestras vidas desde dentro, la historia que nos contamos sobre nosotros mismos a fin de explicar lo que hacemos, es básicamente una mentira: la verdad reside en el exterior, en lo que hacemos”. 

Ciertamente proporcionar armas a los ciudadanos para que hagan frente a un ejército profesional equipado con tecnología de altísimo nivel no parece que pueda dar lugar más que a un sacrificio humano de proporciones, ahora mismo, inimaginables. 

Mas, en un contexto en el que al fin la Unión Europea demuestra cohesión y capacidad para actuar con inmediatez ante una crisis internacional, o en el que el Gobierno de España demuestra una unión sin fisuras, es el momento de leer a Zizek y de avanzar hacia la reconfiguración de los valores consustanciales de los que bebe la izquierda para realmente poner a la gente en el centro de la vida, sin favorecer la guerra ni la muerte y con el horizonte de los Derechos Humanos como meta.

    Lo que está sucediendo deja dos datos significativos sobre el escenario que conforma este teatro global:

    1).- La UE es capaz de responder rápidamente ante situaciones graves, más o menos imprevistas. Luego, si no actúa así ante la migración debe ser porque tiene otros planes para enfrentarse a este asunto. Lo cual define a la UE y ya no puede ampararse ante legislaciones y excusas varias.

    2).- Los estados totalitarios no dependen de colores o ideales políticos sino del desprecio a la libertad siendo la primera muestra de esta libertad el derecho a la vida y no ir de cañas.

    Mientras tanto, como si no ocurriese nada por el mundo, más que en el universo “ayusiano”, ayer Isabel Díaz Ayuso pedía las cabezas de Casado y Egea como trofeos para su despacho en Madrid. Pero que nadie se sienta ofendido, que les pondrá alguna de las mascarillas que su hermano ayudó a traer a España de manera altruista.

    La Tierra sigue girando, el PP escondido tras grandilocuentes “honorabilidades”, parte de la izquierda