- Me siento cansada por las dificultades tan grandes que implica trabajar con este perfil de usuarias porque los resultados nunca son a corto plazo.

Son a tan largo plazo que a veces sientes que tu trabajo escapa a la posibilidad de un cambio real. Siento un cansancio psicológico y físico al enfrentarme ante las otras dificultades que me hacen ver que, si no existieran, todo cambaría, y que en la mayoría de las circunstancias no tienen que ver con las dificultades de las mujeres para romper con sus relaciones de dependencia.

Me cansa luchar contra la burocracia, contra los falsos mitos y perjuicios en torno a cómo son las mujeres, contra los mitos de las denuncias falsas, contra juezas y jueces sin formación en género que dictan sentencias irrisorias, contra profesionales que sin tener perspectivas de género siguen trabajando en violencia de género, contra la administración y el asistencialismo, contra los medios de comunicación que no dejan de fomentar la sumisión y la violencia.

Al final, te agotas porque te das cuenta de que no sólo debe cambiar una pieza de esta maquinaria (que es la mujer y el agresor), sino que para que esto funcione, tienen que cambiar de lugar todas las piezas del puzle.

Cuando ves que las cosas no funcionan, a causa de tu agotamiento terminas centrando la dificultad del cambio en la víctima o superviviente, creyendo que ésta es la única que puede cambiar las cosas… ¡agotador! “ Este es un testimonio real, cogido del libro “ Violencia de Género” de Pérez Viejo y Montalvo Álvarez, de una profesional que trabaja con mujeres víctimas de violencia de género.

La lucha contra la Violencia de Género no es un binomio exclusivo del agresor y la víctima y desde Búscome nos sumamos a ese cansancio colectivo de quienes ven cómo los mensajes se centran en la mujer y a veces, se olvidan ir más allá.

¿Cómo?, averiguando el por qué no denuncian, pensando el por qué la sociedad no se indigna, a reflexionar por qué las personas encargadas de activar los protocolos cometen fallos, concienciarse el por qué la política no empatiza y sobre todo, el por qué las mujeres siguen muriendo. Quizás si respondemos a estas preguntas, algún día podamos acabar con el machismo y el maltrato.