Federación de Enseñanza de CCOO

Coincidiendo con el inicio de esta legislatura, CCOO envío una carta a la Ministra exponiéndole la necesidad de cambiar radicalmente la política que su Departamento aplica en los dos únicos territorios que gestiona directamente (Ceuta y Melilla). Los resultados del último informe PISA, concluyentes respecto a nuestra Ciudad, avalan de manera objetiva esta, más que legítima, reivindicación.

La Ministra ha contestado formalmente al requerimiento de CCOO a través de una carta suscrita por la Directora General que tiene asignada la responsabilidad sobre el funcionamiento de nuestro sistema educativo.

La respuesta del Ministerio ha sido algo más que decepcionante. No sólo no asumen la precaria situación educativa de Ceuta, sino que, además, y de forma algo sarcástica, se ufanan de la política que están desplegando.

A juicio del Ministerio, la principal causa del fracaso escolar de Ceuta reside en la acentuada desigualdad socioeconómica. No le falta razón. Ceuta es la Ciudad de las paradojas y los contrastes, en la que coinciden un segmento de población muy acomodado (que habitualmente escolariza a sus hijos en la escuela concertada); con otra mitad (aproximadamente el 40%) que vive (o sobrevive) con ingresos por debajo del umbral de la pobreza. Pero a lo que debe responder el Ministerio es al tratamiento que dispensa a esta situación (no conformarse con hacer un diagnóstico al alcance cualquier observador). Y sobre esta cuestión cabe reprocharle, al menos, tres hechos: las ayudas que concede el Ministerio para la adquisición de material escolar es de 105 euros por curso, cuando el coste medio mínimo por alumno es de 300. La brecha digital (medida en capacidad de conectividad digital) es superior al 40% sin que nadie se ocupe de hacer nada al respecto (la inversión en recursos para los centros de la que presume el Ministerio, no guarda relación con este problema). Y la tercera, y peor de las cuestiones, es la baja (bajísima) tasa de escolarización en el primer ciclo de educación infantil (apenas el 18% cuando la media española se sitúa en el 40%). Quizá si el Ministerio garantizara la gratuidad de la enseñanza para todos, promoviera la superación de la brecha digital, y escolarizara en unos niveles adecuados a los niños y niñas de 0 a 3 años, el resultado sería otro.

Por otro lado, el Ministerio presume de sus “esfuerzos” en lo que se denomina genéricamente atención a la diversidad. Comencemos por la Educación Especial. La

Ministra se pavonea de haber puesto en marcha hasta seis aulas especializadas y cinco aulas Teas. Lo cierto es que las aulas especializadas son “sucursales” de San Antonio que se improvisan porque en el único centro de Educación Especial ya no cabe ni un alfiler. Lo que hacen es chapucear para poder acoger a la población excedente. Lo que ellos llaman “abrir aulas” es, en realidad, asignar uno o dos profesores especialistas más y que el centro habilite un espacio con los retales que le sobren del resto del centro. Idéntico tratamiento dispensan a las aulas Teas. Son aulas sin recursos materiales ni efectivos humanos suficientes. Es, exactamente, lo que se llama un parche cuya única finalidad es que el Ministerio pueda escurrir el bulto. Lo cierto es que las carencias de la Educación Especial son pavorosas.

A juicio de la indolente ministra, el esfuerzo del Ministerio para gestionar correctamente la atención a la diversidad es el Programa PROA. Con estos “refuerzos” nos quieren convencer que se compensan los efectos de las desigualdades. El programa PROA está integrado por un profesor por centro que debe atender a toda la población escolar, en todas las asignaturas y en todos los niveles, durante dos o tres horas a la semana. Según el equipo ministerial, un profesor del PROA es una especia de titán educativo que, por un módico precio, resuelve todas las desigualdades de un centro educativo. También existe una ayuda a los centros de 15.000 euros al año para que contraten más personal (a razón de 800 euros al mes, aproximadamente). La única realidad es que la Atención a la Diversidad está, prácticamente desmantelada.

No hace ninguna referencia a las construcciones escolares. Desde que asumieron la responsabilidad de gobernar no han puesto ni un ladrillo. Cada vez que se les reprocha esta carencia, nos sacan la foto del Brull, ese centro que lleva siete años esperando (aunque ya todo el mundo sabe que, sencillamente, no quieren hacerlo).

También se muestran muy orgullosos de haber “bajado la ratio”. Y en esto llevan razón. Han bajado la ratio de Educación Infantil. Las cifras que dan en secundaria son trucos estadísticos. Pero cuando aportan las cifras de su “impactante gestión”, ocultan un dato importante. En Educación Infantil (primero del segundo ciclo) en el curso 18/19 se matricularon 1.058 alumnos y alumnas y en el curso 2023/2024 sólo lo hicieron 755. Lo que ha bajado, en realidad, es la población escolar (descenso que va repercutiendo poco a poco en los niveles superiores).

Lo único que es verdad es que han aumentado el cupo de profesores.