- ¿Y si hablamos de pecado? Por pensamiento, palabra, obra y omisión.

Piensan, lo dicen, ejecutan y hasta ocultan toda una serie de planteamientos que ponen, en primera fila, los derechos de tantas y tantas personas que ven como en tan solo unos meses, las situaciones personales varían desde la seguridad, al desconcierto; de la capacidad de decidir, al miedo; de la esperanza, al fracaso, y en definitiva, del estado del progreso y la igualdad, al oscurantismo ideológico que establece lo que vale y lo que no, lo bueno y lo malo, y por tanto, lo que va al cielo y al infierno.

Nunca la igualdad ha estado tan alejada de la realidad, porque nunca las oportunidades han dejado de ser para todos y todas, sin excepción, a convertirse en la moneda de cambio de quien tiene la capacidad para su manejo, y en este juego, es evidente que no entran las mujeres, ¿Casualidad, coincidencia, azar o política de derecha?

Ellas son las grandes protagonistas de los recortes, las reformas y las medidas. Lo mires por donde lo mires, el espejismo del género se asoma tras la ventana de las decisiones parlamentarias. ¿Hablamos de educación? Por culpa de los trabajos feminizados y los roles sexuales, el sistema educativo está cubierto por una gran mayoría de mujeres que podrán perder sus puestos de trabajo, la eliminación del programa Educa3, dificultará la conciliación y el aumento de las tasas para el acceso a la Universidad, limitará la salida de muchas de ellas pero, ¿y si pensamos en la sanidad?

El pago de las medicinas, las mujeres divorciadas que no hayan cotizado nunca, el aborto y otras tantas circunstancias que atentan contra la universalidad y la calidad de los valores esenciales promulgados en la Constitución y en la carta de los derechos humanos, tienen rostro de mujer. Por tanto, retrocesos indirectos que afectan a la libertad, al empoderamiento y a la independencia lograda por el Gobierno socialista y por los movimientos feministas que, a pesar de la idea del Partido Popular de coartar las manifestaciones y la posibilidad de expresión, seguirán saliendo a las calles a decir eso de “Quieren acabar con todo y no le vamos a dejar, al menos, no se lo vamos a poner fácil”.

Pero es que todavía hay más, ¿igualdad y violencia de género? Partidas que se han visto reducidas no por necesidad para encontrar la estabilidad, sino truncadas por imposición, creencia y opinión de que las mujeres, en casa, doblemente mujeres y, por tanto, si esto solo no vale, nos sacamos de la chistera una reforma laboral desgarradora y propia de la época de la postguerra, que anula la capacidad de negociación de los sindicatos, mediante una fórmula llamada descuelgue respecto a lo acordado en los convenios, lo que sin duda desvirtúa la negociación colectiva.

A partir de ahora en cuestiones de salarios, horarios y tiempos de trabajo, o medidas de conciliación, tienen prioridad los convenios de empresa frente a convenios estatales o autonómicos que garantizaban los planes de igualdad. Además, desaparecen las bonificaciones que facilitaban la incorporación de mujeres trabajadoras después de la maternidad, eliminan la reducción de jornada por guarda legal, y complican y dificultan los permisos de lactancia.

Es decir, arremeten contra las mujeres para que dejen de expropiar un terreno que debe ser exclusivo del hombre. Ya lo decía Wert o Arenas: “Las mujeres en la casa para no desestructurar más a las familias” No, no es producto de la crisis, es consecuencia de las ganas que tenían de arrebatarle esa frase a Betty Friedan: “Ninguna mujer tiene un orgasmo abrillantando el suelo de la cocina”.