La desbordante inflación que ha sufrido Europa en general y España en particular ha tenido varias respuestas. Una de las más populares y directas para influir en la cesta de la compra ha consistido en la bajada del impuesto  indirecto, el IVA, para los alimentos básicos, pastas y aceites. Esta bajada hasta el 0% ha ayudado al alivio de los bolsillos de los consumidores a la vez que ha apoyado a los comerciantes de alimentación. Esta medida, que caducaba el 30 de junio, ha sido prorrogada por el Gobierno hasta final de 2023.

Nuestro impuesto indirecto, el IPSI, no ha seguido la tendencia nacional. Los alimentos en Ceuta siguen con una tasa de inflación superior al 12%, algo difícilmente soportable. El comercio local lleva varios años en crisis de la que no acabamos de salir. Pero a pesar de las señales de alarma de nuestra economía local estamos instalados en el inmovilismo. Se actúa como si Ceuta no sufriera inflación, como si sus comerciantes no necesitaran ayuda y como si los consumidores no hubiésemos notado el aumento de los precios.

Los empresarios hemos exigido reiteradamente a la Ciudad que baje nuestro impuesto indirecto, no sólo en alimentos básicos como reflejo a lo hecho en el resto del país, sino también en artículos sensibles para apoyar al comercio local. En la Mesa de Diálogo Social celebrada en febrero de este año, la Ciudad Autónoma se comprometió a bajar el IPSI, una bajada que no se ha producido. Esta situación necesita una respuesta que aún no ha llegado.

No podemos resignarnos a  permanecer al margen del resto de España en medidas tan importantes como esta, porque corremos el riesgo de que cuando se actúe sea demasiado tarde. Tal vez Ceuta sea diferente, pero seguimos siendo España.