La situación económica de las arcas municipales está bajo mínimos, no es algo nuevo. Como bien dijo el presidente Vivas, el cambio del modelo económico de la ciudad tiene su parte de culpa, cierto. Esa es la crisis en el que esta envuelta este pequeño territorio desde principios de los noventa, Vivas comentaba ayer "Esto es así desde que cayó un modelo que -amparado en la consideración de territorio franco y otras ventajas fiscales y en un escenario proteccionista (con aranceles)- se sustentaba en la economía del bazar, en el avituallamiento a buques y en el consumo de los 15.000 militares que había en Ceuta". La consideración de territorio franco cayó con la entrada de España en la UE, hace más de veinte años, y el servicio militar obligatorio se suprimió hace más de una década. Vivas lleva casi doce años gobernando Ceuta, ha desoído en la última década cualquier tipo de propuesta para fomentar el sector privado, cegado por el dinero que alegremente dispensaba la Unión Europea y el Estado. Esa alegría de recibir millones y millones de euros le hicieron desoír también los consejos de que había que invertir mejor esos fondos, que había que “guardar” para cuando viniesen las vacas flacas. En definitiva un cúmulo de despropósitos.

Evidentemente Ceuta no es ajena a la crisis económica mundial, aquí se decía que se notaba menos, el motivo es simple Ceuta sufría una profunda crisis económica desde hace casi veinte años, agravada en la última década, por tanto el nuevo panorama global parecía que no afectaba, el motivo es simple, los niveles de financiación por parte del Estado y de la UE hacía que nos mantuviésemos, pero mal, muy mal, sin previsión, sin cabeza. Desde hace años se sabía que los fondos europeos iban a disminuir considerablemente, en vez de prevenir lo que se hacía desde el Gobierno local era enfocar todos los esfuerzos en lograr que la reducción fuese mínima, cuando lo lógico habría sido también prepararnos para lo que vendría. Con los fondos estatales, más de lo mismo, desde hace cinco años era previsible que la crisis económica terminase por mermar esas cantidades, y no se ha estado a la altura.

En Melilla han sido mejores ‘gestores’ esa palabra que ahora gusta tanto usar, mientras aquí hemos gastado a troche y moche, además de los gastos innecesarios cacareados por todos ¿era necesario el Plan Aparca? Tres aparcamientos públicos en barriadas que se pensaban venderían sin problemas y ha sido un fracaso. Lo lógico habría sido empezar con un aparcamiento en una barriada y al ver que no se vendía, no haber construido los otros dos, pero no. Aquí todo a lo grande, y además de que no se venden (como era previsible) 35 personas cuidando los coches, que se aparcan gratuitamente bajo techo. El Campus del 54 más de lo mismo, un edificio para cambiar de lugar la Facultad de Humanidades. Se ha actuado, como se suele actuar cuando uno no es consciente de que esta manejando dinero que no es suyo. Es hora de apretarse el cinturón, eso es cierto, pero demos la vuelta a la pirámide. Dejemos de demonizar a los funcionarios como se está haciendo desde el Gobierno, ellos (no todos) como máximo tienen la ‘culpa’ de haber realizado informes ad-hoc cumpliendo los deseos de lo que quería el Gobierno. Empecemos de arriba abajo, recortemos un 10% los sueldos de diputados, consejeros, viceconsejeros, asesores… Reduzcamos a la mitad el número de asesores, un 10% las subvenciones de todo tipo, eliminemos gastos innecesarios y luego después de dar ejemplo, entonces los sueldos de empleados públicos. Doce años en el Gobierno no da para ahora parecer que es una situación sobrevenida, no es una situación nueva, lo único nuevo es la reducción de fondos del Estado, pero si se hubiese guardado dinero para épocas malas, estaríamos en una situación menos catastrófica. Al final los que avisaban durante años que venía ‘el lobo’, como en el cuento, tenía razón, con una salvedad esto no es ningún cuento es la pura y cruda realidad de una ciudad con 12.000 parados y en la que el 90% de las empresas de una manera u otra ‘viven’ de las administraciones, un dominó en el que cuando cae la primera ficha, todas las demás van cayendo.