Un agujero negro es, según los científicos, una porción del espacio-tiempo con una densidad y una fuerza de gravedad tan alta que no dejan salir de ella ni la luz. El agujero negro absorbe y traga toda la materia que hay a su alrededor. Dicen que su origen es el colapso de una estrella. Una enana blanca.

El ayuntamiento de Ceuta se ha convertido en un agujero negro que absorbe todos los recursos de los ceutíes y que no nos devuelve, convertidos en servicios, los ingentes recursos que tanto los contribuyentes como las instituciones nacionales e internacionales hemos puesto a su disposición.

Gobernar no es más que decidir dónde y cómo se invierten los recursos que los ciudadanos entregamos a las administraciones públicas. La Constitución Española obliga a que la programación y ejecución del gasto público responda a criterios de eficiencia y economía. Es decir, gastar donde se debe y gastar lo necesario, sin derrochar. Los ceutíes pondremos este año a disposición del Gobierno de la Ciudad la nada despreciable cantidad de 287 millones de euros, casi 48.000 millones de pesetas. Una asignación óptima de esos recursos sería la que resolviese los problemas estructurales de la sociedad ceutí, que son: la inexistencia de un tejido económico capaz de generar empleo; la existencia de grandes bolsas de marginación y pobreza; y la carencia de infraestructuras que faciliten la libre circulación de personas y bienes, sin tener que pagar un coste adicional por el ejercicio de estos derechos fundamentales. Para equilibrar su presupuesto, la Ciudad ha puesto en marcha una maquinaria de recaudación implacable. Los impuestos directos que pagamos han aumentado espectacularmente. Las tasas de recogida de basuras; alcantarillado; el impuesto de vehículos a motor; el de bienes inmuebles y el suministro de agua suponen ya una parte sustancial de los ingresos mensuales de los ceutíes. Pero los impuestos indirectos que pagamos todos, tanto los que tienen mucho como los que tienen poco, como son el IPSI o el impuesto de hidrocarburos, también son una carga para todos los contribuyentes, que abonamos cada vez que adquirimos una mercancía o contratamos un servicio. El impuesto de hidrocarburos merece una mención especial. Históricamente, el precio del combustible en Ceuta era, más o menos, la mitad que en la península. En la actualidad, desde que la Ciudad gestiona este impuesto cedido por el Estado, estamos casi a la par con el precio de la península. Esto es un síntoma del afán depredador de recursos que caracteriza al gobierno de Vivas. No obstante, sería aceptable un aumento de la presión fiscal si la Administración actuase como agente redistribuidor de rentas. Esto significa sacar dinero a los más ricos para garantizar unos niveles mínimos de subsistencia a los más pobres. En la ciudad de Ceuta ocurre, justamente, lo contrario. Con el dinero de los más pobres se atienden las necesidades de los más ricos. Así ha sido posible que con dinero público se haya construido un club náutico para recreo y solaz de unos cuantos privilegiados. Así se mantiene un equipo de fútbol, que no tiene más de dos mil asiduos seguidores, por el que pagamos tres millones de euros al año. En cuanto a las ayudas y subvenciones recibidas del Estado y de la Unión Europea, se puede decir que Ceuta es el territorio que más dinero por habitante ha recibido en la última década. Nada se ha destinado a inversión productiva, aunque se haya querido disfrazar como tal. Seguimos a la cabeza del Estado en cifras de paro y marginalidad. El despilfarro ha sido la constante en la gestión presupuestaria del PP. Plantas perecederas, que al poco tiempo de haberse plantado hay que sustituir por otras para seguir decorando el paisaje urbano. Subvenciones a los medios de comunicación para ocultar la verdad y presentar una imagen falsa de un gobierno de opereta, asfixiado por los escándalos. Obras innecesarias contratadas para contentar a los verdaderos dueños de la ciudad, que son las tres grandes constructoras que deciden dónde, cuándo y cómo hay que gastar el dinero público. Clubes de hípica que satisfacen la demanda del sector más pudiente de la sociedad. Viajes en comitiva a Bruselas o a FITUR, pagando a toda una corte de pelotas y turiferarios que no sirven para nada. En fin, cualquier cosa menos atender las necesidades de los más desfavorecidos, condenados a la exclusión social, para los que nunca hay dinero público. La estrella del gobierno de Vivas hace ya tiempo que colapsó. Ya no es más que una enana blanca moribunda que devora su propia luz. Es posible que vuelvan a ganar las elecciones. Eso depende de la voluntad de los ciudadanos. Su victoria, si se produce, tendrá legitimidad democrática pero sumirá a este pueblo durante otros cuatro años más en un pozo de oscuridad, como si fuese un agujero negro.