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Una madre con un carricoche

Pues ya está aquí, se hizo de rogar pero la naturaleza es sabia. Es ya mi noveno sobrino, pero es como si fuese el primero, imagino que, al igual que para todos los hermanos, es porque hacia tiempo que no nacía nadie nuevo en la saga de los Jiménez.

Y viendo a Marcela con horas no puedo evitar que se me vengan a la cabeza multitud de pensamientos. A mí que el tema de la vida y la muerte me produce escalofríos, la miro y veo tanta vida por delante, tanta inocencia, tanta indefensión.

La vida gira y gira sin piedad y unos mueren a la vez que otros nacen, por los siglos de los siglos.

El primer pensamiento que se me viene a la cabeza es la pena por pensar lo que le hubiese gustado a mis padres ver nacer a la hija de nuestro hermano pequeño, del enano al que yo cogía a coscoletas, su nieta. En fin...

Además, pienso en cómo algo tan pequeño, donde hay tanto amor, algún día puede convertirse en arma de discordia cuando los matrimonios salen mal. Esos padres que utilizan a sus hijos en contra unos de otros, incapaces de pensar que el perjudicado es el niño..., no deberían ser padres.

Tampoco puedo dejar de pensar en lo que "gano" y "pierdo" cuando tomé la decisión de no ser padre. ¿Cuántas cosas me perderé? ¿Cuántas cosas ganaré? No, no me arrepiento porque me conozco, pero cuántos momentos bonitos no viviré en ese sentido.

Pienso, después se ver la entrevista de Évole a algun superviviente del avión uruguayo de los andes, en cuánto más fácil sería la vida entre los seres humanos si el amor fuese más fuerte que el odio, en cuánto problemas nos ahorraríamos y cuánto sufrimiento si no hubiese tantas personas malas, porque las hay, y si ya tienen poder...

Pienso, al ver tan indefensa a Marcela en quién cojones puede hacer daño a algo tan pequeño, tan noble, tan, tan, tan, lo pienso de un niño pequeño o de un cachorro de perro abandonado, hay que ser malo para eso, muy malo.

Y no puedo dejar de pensar, viendo a Marcela cuidada, querida, calentita, alimentada, amada, no puedo dejar de pensar en que decenas de niños en Gaza ya no verán la luz del día porque un Estado asesino y sus gobernantes se dedican a bombardear hospitales, in miserecorde. Culpa mía pensar que en su conciencia quedará porque cometo el error de pensar que hay gente con conciencia.

Cuánta maldad hay que tener para ordenar bombardear un hospital o una escuela. Asesinos. Y mientras, enfermos mentales como Aznar o Ayuso justifican a Israel, enfermos...me reitero.

Y la vida sigue...sin piedad, unos mueren, otros nacerán...Te quiero, Marcela, y solo llevas 24 horas con nosotros. Mañana duermes un rato en mi pecho, si me deja tu madre...