En medio de la vorágine de las elecciones, que si pacto, que si no, en medio de la vuelta al fichaje de Mbappé, en medio de la boda de Tamara Falcó, otra tragedias más, solo otra más, 79 muertos (serán muchas mas), y cientos de desaparecidos en el mediterráneo.

Apenas dos minutos en el telediario y a seguir con la rutina, a fin de cuentas lo que no se ve, no ha pasado.

Dicen los supervivientes que en la embarcación podrían ir unas 700 personas, 100 de ellas niños en la bodega, 100 niños..., 100 vidas humanas, menos para algunos que yo no sé cómo pueden dormir.

No podemos, ni siquiera llegar a imaginar porque no lo vivimos, qué puede llevar a una persona, pongamos una madre y su hijo pequeño, aunque esto vale para cualquiera, qué puede llevarla a meterse en una embarcación infrahumana, sin saber nadar, sin comida, nada, sabiendo que se está jugando la vida.

Hay una película en Netflix, basada en hechos reales, sobre dos nadadoras sirias que huyen del país en guerra porque quieren llegar a Alemania para conseguir su sueño: nadar en las olimpiadas.

Si quieren ver, aunque sea en una película, diez minutos de cómo es cruzar un mar, de noche, frío, bebés a bordo, etc, échenle un vistazo.

Porque claro, estas personas, no números, personas, huyen de una guerra, no es que no tengan trabajo, les vaya regular, tengan dificultades, no, huyen de las bombas que caen sobre sus casas, pero eso no lo podemos entender nosotros, que cuando nos falla el WiFi en casa nos ponemos histéricos.

Y para mí, lo peor de todo es nuestra indolencia, nuestro pasotismo. Lo peor, y me ha pasado, es escuchar a tres señoras saliendo un domingo de la iglesia de África después de la muerte de aquellos pobres desgraciados en Ceuta, decir: "la culpa es de ellos, que se queden en su país". Sí, señora, claro, la culpa es de ellos pero me temo que así vaya usted todos los domingo a misa el paraíso no lo pisa.

Lo peor es que el argumento de muchísimos sea: "pues llévatelos a tu casa".

Claro, yo me llevo a alguno a mi casa y asunto solucionado. El problema es que para algún que otro partido político en nuestro país, muy de guardar y santificar las fiestas, muy de Corpus y vírgenes varias, estos que llegan y sobreviven, vengan a quitarnos los trabajos (con su nivel de preparación, sin conocer el idioma, etc, etc, claro que nos los van a quitar), a ocupar nuestras casas (ojo cuando vaya usted a comprar el pan), o a recibir paguitas. Qué poca humanidad y cuán alejados de su Dios, aquel pescador de Nazaret.

Y ahí seguimos, morirán muchos más, ni nos enteraremos en muchos casos, dará igual que sean ancianos, mujeres, jóvenes, niños, nosotros estamos cómodos en nuestra burbuja europea, donde no caen bombas en casa, ocupadas o no. Pues nada, palante.

Ah, de los candidatos del PP en Ceuta al senado, de la idoneidad y preparación de la gente para ciertos puestos y de cómo funciona nuestra ciudad a nivel de enchufes, otro día ya si eso...