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«Los edificios siempre avisan de que se van a caer»

MADRID- El suelo se mueve bajo sus pies de forma silenciosa desde hace diez años. Sólo hay que acercarse hasta allí y ver las grietas que trocean el edificio. Tal es el movimiento de los cimientos, que el número 28 de la calle Puerto de Lumbreras, en Madrid, se está separando del edifico contiguo (hay una ranura entre ambos inmuebles de varios centímetros). Por dentro, en las viviendas del número 30, portal gemelo, la pared se abre a su antojo. Entra por allí luz, aire y agua de la calle. El muro existe, parece, para sujetar las grietas. Están afectados hasta los pilares de carga. Un ejemplo de casa en ruinas que nos servirá para trazar el dibujo de la España urbanística en peligro. Hay cientos de casos por toda la Península. Nadie, por ahora, les ha solucionado el problema a los ocho vecinos que aguantan allí la amenaza de desplome sobre sus cabezas. ¿Y si se cae? ¿Quién asumirá las culpas de estos diez años en el que los han ignorado? El suceso de Mallorca ha demostrado que los techos que anuncian su «suicidio» cumplen su promesa. «Aquí nos puede pasar lo mismo», advierten ellos.
«Prefiero no alquilar mi piso»
El periplo burocrático y político de los afectados del número 30 de la calle Puerto de Lumbreras les ha llevado, casi, a preferir demoler la casa a cabezazos que a seguir escuchando «futuribles y engaños». Encima, en medio de toda esta pesadilla que comenzó, parece, en 1998 por las cercanas obras del suburbano, acaban de pagar una derrama de casi 22.970 euros que les confirma como legalmente propietarios de una ruina. A doña Josefa, una mujer de avanzada edad que vive en el segundo –junto a la grieta que se ve en la foto–, le confiscó Hacienda el dinero de la cuenta por no pagar  el requerimiento a tiempo. Con la pensión que le quedó se paga la comida y las alcayatas de sus descolocados cuadros. De las diez viviendas del número 28, cinco están deshabitadas. «Hace años que se fueron los últimos inquilinos por miedo. Casi lo prefiero, pensaba que les podía pasar algo», explica Manuel Jiménez.
En el número 30, sin embargo, se vendieron hace tres años dos pisos por 210.000 euros. «Les engañaron. Taparon las grietas y pintaron. Ambos compradores han dado la casa al banco. Han huido», cuenta Ana Martínez. Todo es una broma de mal gusto en aquellos pisos. Las ventanas y puertas no cierran por el movimiento de los muros, la pintura se deshace, el suelo se levanta, la calefacción se fuga por las grietas y los azulejos se sujetan con cinta aislante para que no se desparramen por el piso. Parece imposible evitar la idea de que el techo se confundirá, pronto, con el suelo.
Campo y aluminosis
Dos frases resumen bien la situación a la que se enfrenta el mapa urbanístico español: «Se caen muy pocas casas para las que debían caerse», explica José Luis Rodríguez-Pomatta, ingeniero industrial especialista en edificación, y «un edificio no cae nunca sin avisar», dice Paloma Sobrini, decana del Colegio de Arquitectos de Madrid. Ambos coinciden en que hay que estar vigilante y reaccionar, sin alarmismos, cuando hay indicios de que nuestro ¿firme? se está resquebrajando.
¿Se puede prevenir la salud de los edificios? No parece fácil, pero hay ciertos indicios preocupantes. Cada casa tiene vida propia, pero hay algunos fallos que son universales. Por ejemplo, «muchas viviendas que se construyeron en las décadas de los 50 y 60, sobre todo en la franja mediterránea, se levantaron con cemento aluminoso. Muchas se caen por la temible aluminosis», explica Pomatta. «En Cataluña, donde muchos inmuebles estaban afectados, hubo muchos derribos preventivos». Ya tenemos un primer factor preocupante, pero hay algunos más.
«La vivienda rural está mal construida. No han contado muchas construcciones con el trabajo de un técnico ni una vigilancia en la ejecución. Les salva que son casas de dos alturas máximo, y ésas no se derrumban», señala de nuevo Pomatta. Se refiere el ingeniero a la autoconstrucción. No es un hecho que ocurra ajeno a las ciudades. «Hay mucha gente que realiza obras por su cuenta. Yo tuve que mandar desalojar un edificio en el que encontré que el baño se había convertido en un archivo de papel. El excesivo peso podía tirar el inmueble. Encima, en el piso de abajo, una vecina había quitado el muro de carga», explica Sobrini. Otro problema que puede hacer añicos una construcción: un vecino que decide jugar a albañil y arquitecto.
Madera, playa y periferia
Sobrini señala también a la madera como un factor preocupante si se mezcla con humedades. «Una obra en un baño puede provocar fugas que afecten a la madera hasta pudrirla». Colapso simple e inminente por un goteo que nadie advierte.
Terminemos el recorrido por la España movediza. «Algunos edificios de playa son peligrosos. Se hicieron con mucho ahorro y poco control. La misma situación pasa con las viviendas de los barrios periféricos de las grandes ciudades», concluye Pomatta.
La teoría tiene el problema de tropezar con la realidad. «No debemos esperar a que ocurra una desgracia para reaccionar», demanda Sobrini. Complicado es el control. En Madrid se derrumbó en 2001 el techo de la misma Gerencia de Urbanismo. En casa del herrero...
Pero volvamos al principio, al ejemplo de la calle Puerto de Lumbreras. Sus vecinos esperan a que la Comunidad de Madrid dé el visto bueno a la declaración de área de rehabilitación integral. Diez años después de la primera grieta siguen bajo amenaza eminente de derribo sobre sus cabezas. Entonces, si pasa, alguien dirá que la desgracia se veía venir.
 

Martínez Somalo no comprende que se quiten crucifijos de edificios públicos

La reforma de la Ley de Libertad Religiosa que tiene planteada el Gobierno sigue provocando reacciones. Ayer se manifestó al respecto el cardenal Eduardo Martínez Somalo que aseguró «no ser capaz de entender» una medida que supondría la eliminación de todos los símbolos religiosos de los colegios, hospitales, dependencias militares y demás edificios públicos. La pretensión, anunciada recientemente por el ministro de Justicia, Francisco Caamaño, es la de acabar con los crucifijos, imágenes, cuadros, belenes y cualquier otro elemento identificativo de la fe católica. En este sentido, el cardena...

Emvicesa destinará 100.000 euros a rehabilitar tres edificios

La Consejería de Fomento, a través de Emvicesa, destinará 100.000 euros a rehabilitar tres edificios pertenecientes al patrimonio histórico local, según ha anunciado la portavoz, Yolanda Bel. La mayor parte de esta partida irá destinada a la rehabilitación del número 20 del Paseo del Revellín, en cuyos bajos se encontraba el almacen Vicente Martínez.

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