Los georgianos detenidos se habían instalado en la perpetua adolescencia: conducían coches de lujo (Mercedes y BMW), se dejaban miles de euros en el casino, se pasaban el día de un lado a otro en restaurantes y locales de moda y la jornada para ellos comenzaba a la hora del almuerzo. Nada de obligaciones; sólo recaudar puntualmente el dinero que iba llegando de las distintas «células» criminales, con una pequeña aportación para la «Obshchak» o «caja común de los ladrones».
Una de sus «aficiones», dada la bravuconería de la que hacían gala, era reunirse para planificar a qué rival dar el sigui...