La «indignació» de Sandro Rosell
El barcelonismo no es una idea, sino un espíritu, y los espíritus viven al día, es decir, a la moda. A Rosell la presidencia del Barcelona se la han dado para quemarla como una bengala al final de una función de fuegos artificiales: Wembley, con Pepe y Van Persie en plan brujas de Macbeth.
Pero Rosell parecía otra cosa.
No digo que era otra cosa más seria; digo que parecía. otra cosa.
Rosell parecía aquel catalán que Julio Camba conoció en la basílica de San Pedro: estaban bajo la cúpula, admirando su forma y sus dimensiones, cuando el catalán dijo:
-Mire, mire. ¡Qué casualidad! Yo no sabía qu...