machismo

Trinidad Jiménez: «También he tenido que aguantar el machismo»

«A media mañana me tomo una mandarina y un kiwi. Y luego tiro hasta la cena que me hace mi chico. Bueno, ahora no, que está en Haití». Trinidad Jiménez García-Herrera (Málaga, 1962), hija de un magistrado y una trabajadora social, tercera de nueve hermanos, es la única ministra socialista que tiene el corazón «partío» entre dos presidentes, a cual más amigo: Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. Del primero fue asesora en la Internacional Socialista, y ayudó a aupar al segundo, junto con otros compañeros, al olimpo de los dioses políticos, como anfitriona de reputadas meriendas en su...

Machismo

No debería estar escribiendo aqui porque debería estar estudiando pero es que cuando me indigno no puedo concentrarme hasta que no lo suelto. El caso es que mi padre ha venido unos días a verme, la verdad es que ya tenía ganas porque tener a alguien que te quiere y te mima en casa siempre es agradable. Del tiempo que él estuvo viviendo en esta pequeña, dulce y marinera (deberíamos incluir machista) ciudad conserva algunos amigos con los que quedamos a cenar el sábado. Éramos 4 matrimonios y mi padre y yo. La sorpresa fue cuando al irme a sentar cerca de mi padre en la cena uno de los machos ibéricos me dijo que no, que las mujeres iban al otro lado de la mesa. Me cambié, claro, pero el "Manda cojones" no me lo quitó nadie de la boca (y eso que mis padres se han esforzado por que sea educada pero en estas situaciones es superior a mi).
Hoy la historia ha sido diferente. Me he pasado toda la mañana currando, he estado con mi padre una hora comiendo de mala manera y me he vuelto a ir a trabajar. Habíamos quedado en tomar algo por ahí cuando saliera y cuando he llegado al bar donde habíamos quedado me he encontrado con que solo estaban ellos, los reyes de la casa. He entrado y he saludado, a pesar de algunas caras de "¿qué hace ella aqui?" (precisamente del mismo que me echó de la mesa el sábado), medio segundo después mi padre me estaba diciendo que si quería que me subiera a casa. Y me he subido, no por nada, si no por no liarla que me conozco.

El caso es que ahora la rabia me sube por la garganta porque no entiendo como las mujeres somos capaces de soportar estas humillaciones, como si fueramos menores de edad para escuchar sus conversaciones... ¿pero que se creen? ¿Cómo las mujeres de la generación de mi madre se casaron con engendros de este tipo? Si a mi me hace eso mi pareja ¡Arde Troya!

De todo esto sólo saco una cosa positiva... darme cuenta de la suerte que tengo porque mis amigos no son así, que hemos crecido con otros valores y que, por suerte, la igualdad es uno de ellos.

Pese a todo lo reitero. Me indigno.
Entrando en la página solicitada Saltar publicidad