Se confiesa «novata» en el mundo de la televisión, y admite que su estilo risueño («me cuesta mucho enfadarme», asegura) deberá volverse un poco más servero en su nueva etapa profesional. María Casado (Barcelona, 1978) será la nueva presentadora de «59 segundos», el espacio de debate en «prime time» de La 1 de TVE, tarea que compatibilizará con los telediarios de fin de semana de los que lleva ocupándose casi tres años.
-¿Qué espera de la nueva etapa?
-Espero disfrutarlo. Lo voy a intentar hacer lo más honestamente posible sin forzar la máquina. Mis predecesoras hicieron un trabajo excepcional con su forma de hacerlo y su sentido de la profesión, y yo voy a aportar parte de mi personalidad.
-¿Cómo es su personalidad?
-Me cuesta mucho enfadarme y sé que tengo que sacar un poco de genio y tendré que hacer deberes en ese sentido. Soy bastante dialogante, me gusta que la gente se respete y eso va a ser lo que ponga encima de la mesa una y otra vez, por si a alguno de los tertulianos se les olvida.
-Usted ha presentado la versión catalana del debate («59 segons»). ¿Hace falta enfadarse en un formato como éste?
-En televisión la gente se puede llegar a acalorar porque hay opiniones muy diferentes y hasta contrarias, pero no hay que perder las formas porque uno pierde la razón. Espero poder mantener esa bandera, la del respeto.
-Y en ese terreno, ¿son peores los periodistas o los políticos?
-(Risas) Lo de las formas y calentarse no entiende de profesiones, depende del momento.
-¿El objetivo del debate y la entrevista será conseguir titulares?
-Estaría bien, pero lo que queremos es dar claves de opinión y el objetivo es que la gente piense. Las noticias se dan en los informativos, pero queremos ir un poco más allá, con el análisis de los expertos en las diferentes materias que estarán en el plató, con periodistas que saben de una parte y de la otra. Eso nos puede enriquecer a todos.
-¿Cómo hará para conseguir noticias entrevistando a políticos?
-Los políticos no dicen más de lo que no quieren decir, por mucho que aprietes o achuches. Si tienen claro lo que no quieren decir, no lo dirán. Nuestro trabajo es que, quiera o no quiera, hay que preguntar, y por nuestra parte no quedará.
- ¿Veremos su vena incisiva?
- Apretar un poco quizás sí, pero no estoy para dar opinión. Como periodista voy a conseguir información, sacar el máximo partido al entrevistado y las opiniones son cosa de los analistas.
-¿Siente más miedo o responsabilidad en la edición nacional?
-No, miedo no tengo, porque no te puedes poner al frente de un programa así con miedo. Llego con muchísima ilusión y ganas, y la base es tener claro que has de disfrutarlo. Igual me tiemblan las piernas, pero el miedo es un sentimiento que paraliza y no es buen compañero de viaje para el periodista.
-¿Le asusta tocar los temas más polémicos?
-La verdad es que hay asuntos muy sensibles, pero un programa de debate político necesita política. Las polémicas forman parte de la política y hay que tratarlas con respeto y explicando una parte y la otra, y que la polémica no se quede sólo en eso, en el titular, sino que intente explicar a la gente de dónde viene y adónde va. No va a ser un problema, porque son asuntos que marcan la agenda política y evidente mente hay que tratarlo. No vamos a huir para nada, porque las informaciones ya van en los telediarios; no se puede hacer oídos sordos y me parece honesto poder explicarlos, sin ningún tipo de pudor y de problema.
-¿A qué invitados le gustaría entrevistar?
-Me encantaría que vengan todos los que tengan ganas de venir y de contar algo. Es un programa abierto a todo y no tengo problemas para ofrecer la silla a todo aquel que tenga ganas de decir cosas.