¿Puede la inteligencia artificial llegar a ser tan eficiente como para acabar quitándote el trabajo? ¿Puede, acaso, tomar consciencia de sí misma y rebelarse contra el ser humano cual Terminator? ¿Puede llegar a dominar el mundo y esclavizarnos a todos? Los expertos dicen que no, que nada de eso va a ocurrir; puedes estar tranquilo (al menos, de momento).

Existe un consenso bastante amplio en torno a la idea de que la IA ha venido para quedarse, por lo que ya te puedes ir acostumbrando a eso de ver montajes y falsificaciones digitales por doquier. Las predicciones, no obstante, apuntan hacia un escenario radicalmente distinto a eso de ver una foto de Santiago Abascal y Pablo Iglesias cogidos del brazo mientras pasean por Madrid (no es broma, esa imagen existe).

En un intento por limar aristas y acercar a la gente de a pie los (muchos) pormenores que la inteligencia artificial carga consigo, un grupo de avezados divulgadores ofreció hace escasamente dos semanas una charla sobre el tema en la Biblioteca Pública Adolfo Suárez. La tarea no era nada fácil, pero los jóvenes lograron resolver la papeleta con holgada soltura.

La ponencia dio comienzo con un chascarrillo, una pregunta retórica que -puede que por puro distanciamiento o timidez- nadie se atrevió a responder. "¿Por qué la inteligencia artificial nunca se siente sola?", lanzó una de las intervinientes. "Porque siempre está haciendo amigos en la nube", se autocontestó, desatando entre el público asistente alguna que otra carcajada.

La ponente momentáneamente reconvertida en humorista era Carla Leal, fundadora y directora ejecutiva de la empresa Neekids y uno de los rostros más conocidos de Ceuta Open Future. Carla lleva "más de diez años desarrollando productos educativos digitales", por lo que no hablamos, precisamente, de una personalidad cualquiera; su sapiencia y su buen ojo para los negocios le han valido una notoriedad que bien vale su peso en oro.

Leal tiene claro que "el lenguaje de la inteligencia artificial va a seguir avanzando", pero también cree que esta "no va a reemplazar nunca al ser humano". El motivo es bien simple: "La tecnología no tiene capacidad ni de empatizar ni de socializar"; el hombre, sí. Y es que, lejos del carácter hostil, frío y sanguinario T-800 al que Arnold Schwarzenegger da vida en la saga Terminator, los entendidos consideran que la IA se parece más al dócil y amigable monigote que aparece en Yo, robot. "No hay nada que temer", incidía la empresaria.

Para Carla, "lo que hace la tecnología es elevar las capacidades humanas, no reemplazarlas". "ChatGPT es un complemento, una ayuda para cualquier profesional, ya sea educador, periodista, médico...", defendía. A este respecto, cabe subrayar que, aun siendo esta última la aplicación más extendida y utilizada a nivel usuario a fecha de noviembre de 2023, "existen otras muchas plataformas de inteligencia artificial". Algunas, incluso, permiten "generar música, vídeos y hasta imágenes".

Visto el exponencial crecimiento que ha experimentado la IA en lo relativo a ingenio, la pregunta se presta casi a obligación: ¿qué nos depara el futuro? "Personalización", decía Leal. De seguir por estos derroteros, la circunstancia va a derivar en que "todo lo que consumamos esté totalmente adaptado a nosotros". Para que quede claro: la cosa viene a significar que los anuncios que verás en Facebook serán de tu interés; nada cachivaches rocambolescos sacados de los rincones más ocultos de AliExpress.

La coyuntura presenta, asimismo, numerosos retos en lo que a legislación se refiere. Al igual que sucediera en su momento con los drones de consumo, el panorama sobrevenido a raíz del boom de la IA va a requerir de "muchas regulaciones". En Estados Unidos, sin ir más lejos, ya se han puesto manos a la obra. Como siempre, España y el resto de naciones del globo parecen estar yendo a remolque del país del Tío Sam, pero es "cuestión de tiempo" que las leyes europeas se equiparen a las norteamericanas.

Actualmente, en el Estado español, todo lo relativo a inteligencia artificial se regula a través de la archiconocida Ley de Protección de Datos. Esta, no en balde, parece estar, hoy por hoy, algo obsoleta (por decir algo). El motivo de esa obsolescencia radica en algo mucho más complejo que la mera recopilación de información: "los desafíos éticos". Si te preguntas qué diantres pinta la moral aquí, vuelve a echarle un ojo a la imagen de Abascal e Iglesias. Cuando termines, pregúntate a ti mismo hasta dónde puede llegar la IA y si es necesario mantener el asunto bajo control.