1984

Verano de 1984: La barbacoa

En España habíamos sido siempre de paellas, caldereta o espeto. Eso de la barbacoa lo veíamos en las películas. En aquellos jardines de Staten Island, los policías preparaban unas hamburguesas que por aquel entonces no nos decían gran cosa. Pero una vez descubierta, los españolitos nos dedicamos a ella con fervor. Estos que vemos en la fotografía son extranjeros en España. Lo sabemos por la anotación de la diapositiva. Y, además, porque hacen cola ordenadamente, ninguno tiene una cervecita, esperan pacientemente a tener la pitanza en la mano, no se ve ningún aparato de música, hay pollo y sard...

1984-2000: El Camp Nou, terreno vedado

Aquel triunfo del Madrid del que hablamos en la tercera entrega fue adquiriendo relevancia con el paso de los años, los lustros y hasta las décadas. Porque, desde que se produjo (22 de octubre de 1984) hasta la siguiente victoria madridista (6 de diciembre de 2003) pasó mucho tiempo. Tiempo de fiesta culé y luto blanco. Leer

"La final de 1984 contra Karpov refundó el ajedrez"

Valencia acogió esta semana la reedición, 25 años después, del mítico duelo Kasparov-Karpov. 'El Ogro de Bakú' habló para AS a condición de que no hubiera preguntas sobre política o sobre su estancia en la cárcel.

Tim Robbins presenta en España '1984'

'1984', la famosa novela de George Orwell, llega a los escenarios de nuestro país. Tim Robbins ha hecho una adaptación teatral de esta obra. ¿Qué pasaría si todos vivieramos en un 'Gran Hermano' permanente, vigilados de forma constante? Es el dilema que plantea. El escenario se convierte en una sala de torturas. El protagonista, Winston Smith, es condenado al sufrimiento por pensar de un modo distinto, liberal. Es como si, de repente, pudieramos asomarnos a las cárceles de Guantánamo o Abu Ghraib. Porque '1984' no es sólo el morbo de ver sin ser vistos. Es también una reflexión política. En el mundo orwelliano la guerra es la paz. Algo así, cree Robbins, debió de pensar Bush al iniciar la guerra en Irak. Dice el director que la verdad conlleva a la revolución por eso cuando el público sale de esta obra es un poco más temerario. | Vídeo: Atlas  Leer
Opinión

1984

Ultimamente, la verdad, no tengo mucho tiempo para leer. Miento: no tengo ganas de leer. Yo concibo la lectura como algo sagrado y necesario, pero también como un elemento para evadirme de todo cuanto me rodea. Por tanto, como un disfrute. Y algo que proporciona placer no puede ser, jamás, desgastado por el uso y la rutina del día a día. Las cosas verdaderamente placenteras, para el cuerpo o el alma, no pueden reducirse a la aburrida cotidianidad del cepillado de dientes o perder dos minutos cepillo en ristre frente al espejo.

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