MADRID- Todo empezó como una noche de viernes cualquiera. Álvaro, acompañado de unos amigos, decidió salir de marcha a la discoteca que, en ese momento, estaba de moda entre los suyos. «El Balcón de Rosales». Tomaron unas copas, se hicieron fotos y se rieron. Nadie podía imaginar que unas horas más tarde, el joven de 18 años, moriría en el Clínico.
Sobre lo que ocurrió en el interior del local, instantes antes de que se desencadenase el enfrentamiento mortal, hay distintas versiones. Los amigos que estaban allí esa noche explicaron que un encontronazo absurdo motivó que los porteros del local decidiesen sacar a la fuerza a Álvaro.
Unos empujones que comenzaron como una broma terminaron por golpear a una joven rubia. Es entonces cuando los porteros intervienen, pegan un gancho, y sacan de forma muy violenta a Álvaro y a un amigo suyo. Una vez fuera, y según sus testimonios, hubo un intercambio de insultos entre el joven, que se sintió agredido, y los «puertas». Lo que parecía un asunto zanjado en un primer momento, se fue de las manos. Antonio Sánchez Serrano, al que todos los jóvenes amigos de Álvaro conocían como «Toño», se lanzó a por el joven. Para ayudar al que era considerado el jefe de los porteros de la discoteca, acudieron David Sancio y David Alonso.
Según los testigos, «Toño» se ensañó con Álvaro y le propinó una brutal paliza. Mientras, sus segundos, evitaban que los amigos de la víctima se acercasen a ayudar al joven. Otros, aseguran que estos dos jóvenes sí que golpearon a Álvaro, aunque en menor medida que Antonio Serrano.
Un cuarto trabajador del local fue el que consiguió tranquilizar a sus compañeros y les convenció para volver dentro del local. Otros testigos aseguran que incluso se escupió y se increpó a quienes mediaron para parar una paliza a todas luces brutal.
El supuesto golpe mortal fue un barrido que «Toño» le hizo a Álvaro. Una caída en seco sobre el joven que ha propiciado diversas contradicciones entre los tres porteros detenidos.
El atestado policial que incluye el sumario revela que Sancio, de 25 años, confesó ante la Policía que «Toño» se tiró a propósito sobre el fallecido. En concreto, el compañero de Antonio especifica « le hizo un barrido y se tiró a plomo con las rodillas sobre su pecho». Más tarde, al parecer, el joven se retractó, pero volvió más tarde a la primera versión.
Álvaro Ussía murió por una «rotura cardiaca traumática» tras sufrir dos paradas cardiorrespiratorias durante la asistencia sanitaria que se prolongó por más de una hora.
La defensa de «Toño», que ha pedido repetir varias de las pruebas que formaban parte de la instrucción que han ralentizado el proceso, mantiene que fueron los sanitarios del Samur los que rompieron las costillas al joven cuando le intentaban reanimar.
Hace poco, una de las pruebas que se volvieron a realizar fue una de ADN del cabello que probaría el consumo de cocaína de «Toño». Se trataría de un consumidor ocasional de esta sustancia.
Un año después de la muerte del joven, el cierre de la instrucción del caso es inminente. Cuando esto ocurra, las partes elevaran una calificación. Todavía no se sabe si se acusará a «Toño» de homicidio o de asesinato como, en un principio, pedía la acusación particular.
Lo que sí se sabe es que será un jurado popular el que decida la culpabilidad o inocencia de los implicados en el crimen. Dos de ellos, David Sancio y Davis Alonso se encuentran en libertad con cargos a la espera del juicio.
Antonio Serrano, en cambio, continúa en prisión después de que la jueza desestimase el recurso presentado por su abogado el pasado viernes.
Mientras se espera el comienzo del juicio, los amigos de Álvaro no le olvidan.
Cuando los porteros se convirtieron en controladores de acceso
Sin duda, el cambió más evidente que vivió Madrid tras la muerte de Álvaro Ussía, fue la regulación que la Comunidad hizo de los conocidos como porteros de discoteca. Poco después del fatídico 15 de noviembre, un decreto obligaba a todos aquellos que quisiesen desempeñar la labor de «puerta» de un local de copas a pasar un examen.
La medida vio la luz y dejó estampas tan chocantes como aulas magnas llenas de aspirantes a portero a primera hora de la mañana de dos sábados. También tras este suceso, los porteros pasaron a ser considerados controladores de acceso. Con la obligación de superar una prueba psicotécnica y tener conocimientos básicos de la Constitución.