Su mono, habitualmente rojo y blanco, estaba más sucio que nunca; arrastró su maltrecha moto hasta el taller, se quedó apenas sin carenado, con la cúpula rota y el susto en el cuerpo. Johann Zarco se había rebozado por el suelo cuando apenas llevaban tres giros de la sesión de clasificación, el día en que debía meterle la presión en el cuerpo a Nico Terol, líder del mundial y aspirante al título, dominador de todos los entrenamientos libres del fin de semana en este gran premio de Malasia. Sin embargo, la presión se cebó con el francés, que volvió a salir a la pista, pero tenía problemas con su Derbi, desvencijada después del revolcón. Cuando regresó, apenas le quedaban diez minutos para enmendar semejante desastre: era el último clasificado, es decir, el 32º. Solo en el último minuto pudo dar un pequeño salto de calidad, para colocarse en la 15ª posición, poca cosa si aspiraba a ganar la carrera, o, al menos, superar a su rival, que es lo que necesita para que Terol no se proclame campeón en Sepang.
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