Desde que Zapatero y Rajoy se enfrentaron en aquellos dos debates televisados de 2008, hay fiebre y parece casi obligado hacerlos en cada cita electoral. Bien está que los ciudadanos puedan escuchar las propuestas que tienen los partidos para mejorar nuestras vidas y bien está que el acceso a esa información sea universal mediante el medio de comunicación más importante.
También es cierto que un debate siempre es interesante que haya algo que decir. En el caso de los Aguilar-Oreja no ha sido así. Han sido un tostón, por su culpa y por la de sus partidos, que prefieren aprovechar las elecciones para retarse mutuamente con minucias de los mentideros locales en lugar de fomentar la participación de los ciudadanos en la que es, probablemente, la mayor hazaña de la que sentirse orgullosos en un futuro: la construcción de la Unión Europea como espacio común para todos. El fracaso de las elecciones europeas será el fracaso de los políticos.
No deja de ser curioso, que una vez aceptado socialmente que un debate serio es necesario a través de los medios de comunicación, dos partidos políticos locales como el PP y el PSOE de Ceuta sean incapaces de acordar un mínimo de condiciones para su desarrollo. Hoy tendría que haberse producido un debate en la Cadena SER, igual que el que tuvo lugar el lunes en Onda Cero, pero no ha sido así. El PP dice que el PSOE ha roto el pacto previo y viceversa, como era de esperar. La verdad, me importa un pimiento quien haya roto las condiciones, y sobre el culpable real pesará la irresponsabilidad de negarle al ciudadano la capacidad de decidir su voto. Aunque no descarto que la intención fuese precisamente esa.
A pesar de esto, la única verdad constatable -por lo irrefutables que son las pruebas audiovisuales- es que la única candidata que ha ido a la radio a la hora pactada ha sido la socialista Izaskun Bernal. A pesar de saber que no va a salir elegida, está entregada a la campaña recorriendo las calles de Ceuta, lo que creo merece al menos el respeto de sus rivales. Adela Nieto, una experimentada política local del PP, debería asumir que lo que se pone ahora en duda es su valentía a la hora de encarar un cara a cara. Y planean estos interrogantes por no haber dicho en la radio lo que su partido piensa del mundo. Al fin y al cabo, en eso consiste un debate y la espantada se antoja injustificable.
Insisto en que los políticos son especialistas a la hora de engañarnos, pero lo cierto es que aquí hay una emisora de radio y una audiencia despreciadas por una clase política debe respetar más la mano que les entrega, muchas veces ciegamente, su confianza.
