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Sarkozy ataca a la justicia estadounidense por el caso Polanski

El presidente francés, Nicolas Sarkozy, criticó a la administración de justicia de Estados Unidos por querer juzgar al director de cine Roman Polanski 32 años después de los hechos que se le imputan. «Comprendo que sorprenda la gravedad de las acusaciones contra Roman Polanski. Pero añado que no es una buena administración de la justicia pronunciarse 32 años después de los hechos y cuando el interesado tiene 76 años», afirmó Sarkozy en una entrevista publicada hoy por la página de internet del diario «Le Figaro». El presidente hizo estas declaraciones cuanto trataba de defender a su m...

La fiesta no ha terminado: Polanski paga los excesos del «poder hippy»

España, tan pacata a la hora de  relatar la crónica sórdida de sus famosos, siente fascinación por el Hollywood Babilonia de los famosos. Es lógico porque en ese mundo endogámico, donde la meritocracia es el santo y seña del éxito social, conviven dos posiciones antagónicas, la mitificación de las estrellas y su cara oscura: las crónicas salvajes en donde se desmitifica de forma sangrante la vida y milagros de esos mismos que conforman el santoral laico más desmadrado del mundo.
Caducada la chismografía de los grandes artistas del cine mudo y los magnates de la era dorada de ese Hollywood babilónico que radiografió Kenneth Anger, le toca ahora a la generación que hizo de las drogas, el sexo y el rocanrol bandera política y emblema de una revolución  cultural, política y sexual sin más límites que el capricho de los abanderados, que tomaron Hollywood por asalto. El relato cruel y descarnado, como las fotos de Diane Arbus, sigue siendo la crónica de Peter Biskind: «Moteros tranquilos, toros salvajes. La generación que cambió Hollywood». En ella puede leerse, con la sencillez del relato cotidiano de una época, cuántas salvajadas y despropósitos cometieron los nuevos niños mimados del Nuevo Hollywood del porro y los viajes alucinantes.
Roman Polanski fue uno de esos mitos juveniles que llegó a Los Ángeles después de una carrera exitosa de «arte y ensayo» en Europa y conquistó Hollywood. Su matrimonio con la actriz Sharon Tate fue el segundo peldaño en su conquista del Oeste. Un incisivo comentario sobre ambos lo hizo Dick Sylvert, escenógrafo de «La semilla del diablo», que describe a Polanski como un personaje raro, un hombrecillo menudo al que le encantaba ser el centro de atención, en las innumerables fiestas en la suit del cineasta del Château Marmont, junto a Warren Beatty: «Nos volvía locos –comenta Sylvert–, además era muy competitivo, y con las mujeres tenía una actitud bastante europea. A Sharon le hablaba como si fuera una pobre cría, le insistía en que ella tenía que servirle, y rara vez levantaba un dedo para hacerlo él mismo».
Aquel «Verano del amor»
Lo cierto es que tras el éxito de «El baile de los vampiros» (1967) y «La semilla del diablo» (1968), dos cintas clásicas que basculan entre el cine de autor y el espectáculo hollywoodiense, Polanski fue reconocido como uno de los modelos europeos para el despegue de ese Nuevo Hollywood que irrumpía con «Bonnie & Clyde» (1967), de Warren Beatty y Arthur Penn, y se consolida con «Easy Rider» (1969), de Denis Hopper y Peter Fonda. Nada ya volverá a ser lo mismo. Hooper se jactaba de haber puesto de moda la cocaína, que esnifaban en aquella égloga al jipismo psicodélico motero, droga a la que comenzaron a engancharse la generación de los «movie bratts»: Lucas, Spielberg, Milius y Paul Schrader, hasta el punto de que al productor que conmocionó el Nuevo Hollywood se le conocía como Bob «Cocaína» Evans.
Varios años antes, la industria del rock había vivido el cambio del porro y el LSD a la heroína, causando las primeras bajas heroicas: Jimmy Hendrix, Jim Morrison y Janis Joplin, musa indiscutible del jipismo cuya vida era un carrusel de drogas duras y sexo indiscriminado.
Atrás quedaban las orgías y los «test de ácido» de Ken Kessey y sus «Alegres pillastres», retratados por Tom Wolfe en «Gaseosa de ácido eléctrico», y la mística de Timothy Leary y su «Liga para el descubrimiento espiritual», que mezclaban rituales religiosos con sexo tántrico. El más famoso de sus imitadores fue Charles W. Manson, el psicópata inductor al asesinato de Sharon Tate, recién casada con Roman Polanski. La serie de monstruosos asesinatos se cometió en plena resaca del «Verano del amor» y a una semana de la celebración de Woodstock, punto final de la fantasía del «flower power».
Un año después moría Janis Joplin de un chute de heroína, la noche que se disponía a acostarse con su novio Set Morgan, con quien  iba a casarse, y con su novia Peggy Caserta, dispuesta a hacer un trío de despedida de soltera.
Lo curioso de este mundillo de jipis y friquis convertidos de la noche a la mañana en multimillonarios no era su vida disoluta y propensión a todos los excesos, eso era moneda corriente en el Hollywood de sus abuelos: los Mayer, Lanski, Garbo, Harlow y Dietrich. La novedad era la prepotencia de esa «nueva izquierda», anti-stablishment y contestataria del Hollywood carca, que pensaba que todo le estaba permitido. Hopper era alcohólico a los doce años, se drogaba hasta el punto de creerse Jesucristo y comenzó a golpear a su primera mujer, Broke Hayward, tras acudir al primer «love-in» en San Francisco, donde tomó ácido en grandes cantidades y quedó trastornado para siempre. Brooke era amiga de infancia de Peter Fonda y había conocido el suicidio de su madre y el tiro en el estómago que se pegó Peter a los diez años.
Niñas en el agua
No es de extrañar que, en un primer momento, el apocalíptico Manson fuera defendido por la comunidad artística, incrédula de que un gurú «místico» como Manson fuera un asesino en serie. Era amigo y camello de Denis Wilson, de los Beach Boys, y el ex Fug Ed Sanders escribió encendidos elogios de Manson en «Los Angeles Free Press». Y ya en pleno juicio, Denis Hopper lo visitó porque Manson quería que interpretara su vida en el cine.
Roman Polanski tardaría en volver a Los Ángeles cinco años, contratado por el productor Bob Evans para rodar «Chinatown» (1974). Todavía rondaba el fantasma de su mujer en las colinas de Beberly Hills. Robert Towne, su guionista, cuenta las interminables peleas a la hora de revisar el guión. Polanski cambió el final, en el que moría el promotor inmobiliario que interpretaba John Huston, por otro en el que Faye Dunaway era asesinada y Huston se quedaba con la niña, para repetir el ciclo de violaciones incestuosas iniciado con su hija y continuado con su nieta, que a su vez era su propia hija.
Aunque en apariencia epifenoménico, la violación de menores no era algo extraño, pues como ha confesado la hija de John Philips, de The Mamas & The Papas, éste la violó desde la adolescencia, a los once años le inyecto cocaína y le pagó un aborto, tras mantener relaciones sexuales consentidas.
También se quejaba Towne de la pasión que Polanski sentía por las quinceañeras, a las que hacía fotos en la piscina en «topless». «Chiquillas que aún no se habían quitado el aparato de ortodoncia», declaró a Peter Biskind. Quizá aquí se encuentre el motivo que le llevaría, tres años después, al penal de Chino, durante cuarenta y dos días, acusado de estupro. Al enviarlo a prisión, el juez había roto su promesa de darle un trato especial si se declaraba culpable de haber violado a la menor Samantha Gailey. Puesto en libertad cuarenta y ocho horas después, Polanski decide no acudir a la Corte y huir en avión a Londres.
Medio millón y el silencio
La niña de trece años violada declaró ante el Gran Jurado que Polanski le había convencido para hacerle una fotografías para la revista «Vogue». La llevó a casa de su vecino, el actor Jack Nicholson, y la invitó a beber champagne y tomar un sedante llamado «quaalud». La invitó a meterse desnuda en el jacuzzi y ante la resistencia de la niña la llevó a un dormitorio donde la acosó hundiendo su boca en su entrepierna y la sodomizó, temeroso de dejarla embarazada. Cuando la acompañó hasta su casa le aconsejó que no le dijera nada a su madre, confesándole que se había prometido que no haría nada con ella.
Cuenta «Los Angeles Times» que, en 1977, el abogado de Polanski había llegado a un acuerdo económico con los abogados de Gailey de abonar medio millón de dólares a la familia para evitar ser condenado. Al no abonarse la cantidad pactada, volvieron a demandarle en 1988, acusándolo de agresión sexual.  Y, en 1993, parece ser que se comprometió a pagarle el medio millón de dólares más intereses en un plazo de dos años, aunque, en 1995, Polanski no había satisfecho dicha cantidad, cifrándose en 604.416 dólares el débito del oscarizado director de «El pianista» a los Gailey.
Buck Henry, el guionista de «El graduado», confesó: «Siempre he pensado que la política de izquierdas, dentro y fuera de Hollywood, giraba en torno al coño o las drogas». Peter Biskind afirma en «Moteros tranquilos» que, «aunque la década de los setenta contiene magníficos monumentos a sus grandes directores, la revolución cultural de esa década, como la revolución política de los sesenta, terminó en fracaso».
«Ese grupo –continúa el hermano de Paul Schrader– empezó a hacer películas verdaderamente interesantes y, luego, todos se lanzaron por un tobogán a las cloacas». El hedor llega hasta nuestros días.


Absuelto
De Almodóvar a Scorsese, pasando por Woody Allen o David Lynch, los cineastas más célebres se han pronunciado a favor de Roman Polanski. «Es inadmisible que una manifestación cultural internacional, que rinde homenaje a uno de los más grandes cineastas contemporáneos, se transforme en una encerrona policial», aseguran en un manifiesto que también suscriben Wim Wenders, Julian Schnabel, Wong Kar Waï o Ettore Scola.
Condenado
Mientras, la Justicia estadounidense exige que la fama no blinde a Polanski de su responsabilidad penal. Durante tres décadas, el cineasta esquivó el suelo norteamericano para no sentarse en el banquillo.  «No importa que seas un director de cine importantísimo», dijo el gobernador de California, Arnold Schwarzenegger. «Admiro mucho su trabajo y es una persona muy respetada, pero debemos tratarle igual que al resto de los ciudadanos».
 

Polanski acordó pagar medio millón de dólares a la menor

El director franco-polaco Roman Polanski acordó pagar al menos medio millón de dólares a Samantha Geimer, víctima de la violación que cometió en 1977, para evitar ser condenado por mantener relaciones sexuales con una menor.
       Según informó hoy el diario Los Angeles Times, que cita documentos judiciales, el pacto tuvo lugar después de que el cineasta abandonase el país sin esperar el fallo del juez, lo que provocó que se convirtiese en prófugo de la justicia estadounidense.
       Sin embargo, esos documentos indican que los abogados de Geimer se enfrentaron a Polanski por una cláusula del acuerdo, por lo que se desconoce cuánto dinero dio el director a su víctima finalmente, o si la mujer llegó a percibir alguna cantidad.
       Varios medios solicitaron tener acceso a los documentos judiciales sobre el caso Geimer después del arresto esta semana de Polanski en Zúrich (Suiza), en respuesta a la orden de búsqueda y captura lanzada por EEUU hace más de tres décadas.
       Los términos del acuerdo, hechos públicos hoy, son confidenciales.
       Geimer presentó una demanda civil en 1988 en la que acusaba a Polanski de agresión sexual y retención ilegal, entre otros cargos.
       En octubre de 1993, el director accedió a pagar a Geimer al menos medio millón de dólares más intereses y los abogados de la mujer le dieron un plazo de dos años para hacer frente al pago.
       Sin embargo, según los letrados de Geimer, Polanski no desembolsó esa cifra en 1995, por lo que intentaron recuperar los fondos con demandas a estudios de cine, a su propio agente y al sindicato de actores de EEUU, tal y como muestran los documentos.
       El último archivo del que se tiene registro data de agosto de 1996 y en él se asegura que Polanski aún debía a Geimer una cantidad de 604.416 dólares.
       La violación de Polanski a Geimer, cuando ésta tenía 13 años, tuvo lugar en la residencia de Jack Nicholson, aunque el actor no estaba presente.
       El director se declaró culpable de haber mantenido relaciones sexuales con la menor tras haber pasado 42 días en una prisión estatal bajo evaluación psiquiátrica, pero decidió volar a Francia por miedo a que el juez lo enviara a prisión.
       Geimer ha repetido en numerosas ocasiones que cree que Polanski fue tratado de forma injusta y ha expresado su deseo de que el caso se zanje de una ver por todas sin que el director tenga que ir a la cárcel.

Polanski vive con tres euros al día

La noticia de que Roman Polanski, estrella de la jet set y presencia habitual en las estaciones de esquí de lujo, vive con tres euros al día no deja de ser irónica. En particular, en estos tiempos de crisis generalizada. Pero tal parece ser el estipendio diario que la policía suiza le permite manejar para cubrir sus necesidades básicas en la prisión. El genial cineasta "no goza de ningún tratamiento de favor" y vive en "una celda rudimentaria". Igualmente, tiene derecho a recibir una visita semanal durante una hora de su esposa, la actriz francesa Emanuelle Seigner.

El arresto de Polanski, la respuesta a una provocación de sus abogados

El caso Roman Polanski amenaza con convertise en todo un reto judicial y moral para Estados Unidos. Un clamor por su liberación recorre el mundo del cine (y el otro). Woody Allen, Martin Scorsese y Pedro Almodóvar son algunas de las celebridades que han pedido poner fin a una ordalía que se remonta a 1977. Mientras, un sacerdote estadounidense, Thomas Reese, del Centro Teológico de Woodstock, preguntaba qué pasaría si en lugar de Polanski fuese un cura pedófilo. Según Reese, nadie exculparía al cura con argumentos como haber tenido una infancia o una vida trágica, o por haber obtenido el perdó...

Francia solicita la liberación de Polanski

El Gobierno francés consideró hoy que la detención en Suiza del cineasta franco-polaco Roman Polanski es "absolutamente horrible", según la expresión del ministro de Cultura, Frédéric Mitterrand. Las razones de la detención de Polanski residen, según opinó Mitterrand, "en una historia antigua que verdaderamente no tiene sentido". El ministro recordó que Polanski es "un ciudadano francés" y un "cineasta de dimensión internacional" y agregó que "del mismo modo que hay una América generosa a la que amamos, hay una cierta América que da miedo, y es esa América la que acaba de presentarnos su ros...

Detenido en Suiza el director Roman Polanski

Lo que debía ser un simple homenaje seguido de una clase magistral se ha terminado convirtiendo en la peor pesadilla para Roman Polanski. El cineasta franco-polaco nacido en 1933 fue arrestado ayer a su llegada al aeropuerto de Kloten - Zúrich en relación a un caso viejo de más de 30 años: la supuesta violación en 1977 de la menor Samantha Geimer, quien tenía entonces 13 años.

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