Nico Terol quiso ganar a lo grande. Y casi lo echa todo a perder, víctima de sus propias ganas y del tremendo calor en el circuito malayo (34 grados y 49% de humedad). Se le plantó ante los morros una carrera difícil de verdad. Y él asumió el reto. Engrescado en un grupo de cinco pilotos, entre los que se contaba su gran rival, Johann Zarco, asumió más riesgos de los que debería alguien llamado a apuntarse el título de campeón del mundo. Porque quería la victoria. Pero no solo ésta se le resistió, ante el empuje de un adolescente irreverente y atrevido como Maverick Viñales -que gana su tercera carrera en el año de su estreno, con 16 años- y las ganas de otro superviviente como él, Sandro Cortese, sino que casi termina por los suelos. Tanto ansiaba la victoria que por momentos olvidó que se estaba jugando el título.