Opinión
La corrupción política es una violación de los Derechos Humanos porque transgrede el principio de igualdad de oportunidades. Nuestra vocación inquebrantable por la defensa de la democracia como un valor igualitario nos conduce a mostrar la máxima determinación y exigencia con nuestros cargos públicos. Sin excusas, ni tactismo electoral. Nuestra defensa incondicional del principio de igualdad y de defensa del Estado del Bienestar nos hace incrementar nuestro compromiso con vigilar el cumplimiento estricto de cada línea del presupuesto de toda institución pública y la determinación en la exigencia de responsabilidades penales y políticas, con mayor rigor si cabe en nuestras propias filas. La austeridad es un valor en alza en tiempos de crisis, pero es además un valor progresista, como así lo es evitar distanciamiento con la ciudadanía y una imagen del poder que tiene que ver más con la opulencia y la autoridad que con la dignidad que otorga el honor de representar a la ciudadanía. Erradicar la corrupción es salvar la democracia. Máxime en estos tiempos en que el populismo derechista va consolidando cada vez más espacios sociales y mediáticos. Y nuestro compromiso es firme, por una cuestión de esencial a nuestros valores de igualdad y solidaridad.