Opinión
La carpintería y la alfombra
La anécdota lingüística de hoy está relacionada con uno de mis múltiples viajes a Estados Unidos. Concretamente, ésta sucedió en el primero de aquellos viajes, allá por 1993. Después de pasar varios días en Nueva York con un compañero de trabajo al que embarqué en mi periplo americano, decidimos darnos una vuelta por la costa oeste, con el fin de conocer ciudades como la asombrosa San Francisco y la inquietante Los Ángeles. Nada más llegar a esta última, nos dimos cuenta de que su posición geográfica con respecto a Méjico nos depararía una estancia en la que la lengua más utilizada no iba a ser precisamente el inglés.