- domingo 19 mayo 2024
El Viceconsejero de Recursos Humanos de la Ciudad Autónoma de Ceuta ha hablado. Y lo ha hecho con bastante enfado. Como si alguien le estuviera molestando más de la cuenta. Y además sin un ápice de arrepentimiento, o de autocrítica, por su nefasta gestión. Incluso se permitió amenazar a los sindicatos y a todos aquellos que ponen en cuestión sus decisiones. Y en un acto de soberbia infinita afirmó que él había llegado a poner en riesgo su vida por defender la legalidad. Habrá que estarle agradecidos. Es decir, que está dispuesto a seguir haciéndolo. O mejor de otra forma. Si la oposición, o los sindicatos, se piensan que lo van a amedrentar, que sepan que tendrán que pasar por encima suya, por no decir por encima de su cadáver, pues sonaría muy fuerte. O quizás demasiado frívolo, para los tiempos en los que estamos. En condiciones normales, yo me atrevería a decir que hemos asistido a la rueda de prensa de un hombre terminado políticamente. Vamos, que están a punto de cesarlo. Pero en Ceuta, nunca se sabe. Igual hasta lo ascienden.
Llevamos con el traslado al nuevo hospital de Ceuta desde mucho antes que Don Jenaro García-Arreciado, el que fuera Delegado del Gobierno, nos hablara de aquél 'semestre mágico' para la sanidad ceutí en 2008. Entonces decía que dicho centro estaría a pleno rendimiento a finales de ese año. Estamos a finales de 2009 y aún no se sabe nada cierto de cuándo comenzarán las actividades en el clínico.
En su genial Tronera del diario El Mundo del pasado 17 de agosto, Antonio Gala escribía sobre la denominada generación Ni-Ni. La que ni estudia ni trabaja. Y además nos decía que lo habíamos conseguido entre todos. Jóvenes sin proyectos. Pocos esfuerzos, por temor a frustrarse. Incertidumbre en el empleo y en la pareja. Sin perspectivas de futuro. Sin vocaciones claras. Una generación perdida, que existía, pero que la crisis la ha puesto de manifiesto.